sábado, 23 de febrero de 2008

Los días de Arco






Hace años, en Arco uno encontraba la rabia e ingenio de los creadores plásticos creando y generando imágenes y estrategias no vistas en ningún otro lugar que no fuesen las bienales y ferias de arte contemporáneo. Abrían caminos. Hoy es un pálido reflejo de repeticiones donde apenas se cuenta con dos elementos diferenciadores y son meramente contextuales: el espacio del arte -feria, galerías, medios de comunicación, visitantes, publicidad- y las dimensiones de las piezas. Lo cierto es que hoy la Red es el punto de partida de las novedades. En Arco se comprueba cómo se copia y cuán caprichoso es el Sistema del Arte para permitir la entrada a unos creadores frente a otros. En ese contexto, son quizás los galeristas -suelen ser más ellas, las galeristas, y alguna reina que otra, y casi todos con caras de cómo afronto el préstamo- los más interesantes objetos/sujetos artísticos del ecosistema.















viernes, 22 de febrero de 2008

Tarde del 22 de febrero

Mi hijo, mientras estoy en el retrete:

(levantando la voz)

-Papá, que me voy.
-Espera que termino enseguida.
-Déjalo, que pierdo el autobús.
-Bueno, ¿qué plan tienes?
-Me bajo al centro. Vuelvo en el último Portillo.
-Vale... Pásatelo bien.
-Lo mismo te digo... Pero llama a alguien. No te quedes hoy solo.
-Gracias, tío.
-Adiós, papá. Te quiero.
-(...).

(Portazo. Cae el agua de la cisterna. Sollozo).

Worm Crooner at Arch

Bruno no duda entre la instalación y el deseo. Los Gusanos somos así, señora. Lo extraño es cómo la realidad imita al arte o el arte influye en ésta. En la derecha, una videoinstalación pone subtítulos a la atracción Gusana del periodista crooner.


-¿Y sabes lo mejor de todo?
-No... Dímelo.
-Que no somos una pareja.
-(...).

martes, 19 de febrero de 2008

Descansa

Descansa, amor

Descansa lejos de las ansias, las dudas y escozores.
Descansa lejos de mi prisa y mi audacia.
Descansa de todo lo que has sido a cada rato
porque puedes mirarlo con orgullo.

Descansa de voy a ser porque estás siendo.
Descansa de ese frío con la mano que te lanzo.
Descansa sin saber si será en viernes,
en júbilo o en trapecio.
Descansa de pensar que debes, puedes
y no sabes. Descansa.

Descansa del miedo y de las deudas.
Descansa de tener que darme algo.
Descansa de amenazas y de urgencias.
Descansa de la vida que te inventas
porque siempre sucede.
Descansa del temblor y del deseo
descansa de la huida y de los tratos.

Descansa que ya eres lo que eres.
Descansa de la niña, del padre
y de los hombres. Descansa de la madre,
la sombra y las guaridas.
Descansa del augurio, la culpa,
la cueva y las desgracias.


Suelta el mar de tus ojos
y deja que te invada.


Descansa de este amor mientras te amo.

lunes, 18 de febrero de 2008

Una mujer le habla al mar

Madrid. Frío. Interior taberna madrileña. Tardinoche. Con E. y K. Acaba de llegar Bruno. K. se lanza a contar y ocultar. Revela y esconde. Quien quiera que le siga. E. pide lentejas. Todos hemos pedido vermús de ésos que se hacen con sifón. K. rivaliza en cuidados hacia E. Bruno escucha, como siempre, pendiente y agazapado, sabiéndose hacer invisible. K., sabio y fotógrafo, cuenta con dos dedos menos una de las historias más hermosas que he escuchado en mi vida.
K: Es una historia que escuché hace tiempo. Conocí a la protagonista. Una mujer senegalesa muy mayor. Ella iba cada día hacia el mar a contar historias. Creía que sus historias viajaban por el mar hasta llegar a Brasil. Porque, decía, los caminos del mar van directamente de Senegal a Brasil, a ningún otro país. Y las contaba para que en Brasil, donde fueron sus antepasados, las escuchasen y se las trajesen de vuelta. Quiero hacerla en cine. Pero aún no he resuelto cómo contar las palabras viajando a través del mar.
(Le digo soluciones posibles. Elipsis. Nada le interesa. Ninguna sirve. Las despacha sin atender siquiera, como un Nerón aburrido de los comentarios vacíos de sus súbditos. Creo que le gusta esta historia como está. Pensar que es una historia imposible de contar en imágenes en movimiento. Pensar que esta historia es el ejemplo claro de que el cine es un arte limitado. Sentir, quizá, que existen historias inaprehensibles. Historias que justifican los límites de un artista).
K: ¿Tú sabrías cómo encontrar dinero para producirla?
(Le cuento de Málaga y su festival de cine, donde colaboro. Le hablo de las secciones de documentales, de los mercadocs. De cómo allí pude ir con su tratamiento de guión e ideas y buscar a alguien que se entusiasme con la idea. Corta la conversación).
K: El cine no sirve. El cine me cansa. No me gusta el cine.
(Recuerdo que E. me pasó un proyecto de Koldo que consistía en una especie de Cine Club itinerante. Toda las películas fundamentales de la Historia del Cine estaban allí).

Hace una semana de esta historia. No dejo de pensar en la mujer que va al mar para que el océano haga de cartero y mande los cuentos de sus antepasados a los hermanos de Brasil. E. se ha quedado en Madrid. Esta tarde verá a K. Nos hemos mandado mensajes por móvil. Son historias antiguas, de cuando los hombres se buscan, se encuentran, imaginan o tiemblan.

Sam Shepard, desde IB

Mi amiga IB, que adora a Sam Shepard más allá de sus letras, porque -dice- le recuerda en trazas o así a su chico, hombre y compañero, me manda un link a varios poemas traducidos al castellano del marido de Jessica Lange. Shepard es uno de estos hombres, firmes y duros que nos gustan más, además de escribir París-Texas, por las mujeres por las que han sido elegidos. Pasa igual con John Cassavettes y Gena Rowlands. Mientras escribo algo de mí que no se esté muriendo os dejo con SS en una traducción desconocida y desde el cutypasteo. Si estuviérais cerca de mi camita os lo leería con esa voz de locutor de radio que dicen alguno que pongo. Pero os va a tocar buscaros al rapsoda. No pongáis voz de cura al hacerlo, por favor.

Hombres peinándose en su coche
Hombres mirándose el pelo en el retrovisor
Hombres con grandes peines negros en el bolsillo de atrás
Hombres preocupados por cómo les ven las Mujeres
Hombres que se convierten en anuncios de Hombre

Mujeres calzadas con botas que las obligan a cojear
Mujeres cuidando de que sus ojos no se crucen con los ojos
de los Hombres
Mujeres preocupadas por cómo les ven los Hombres
Mujeres que se convierten en anuncios de Mujer


Esta niña que lleva un vestido verde claro y zapatillas negras
de baloncesto
Esta niña que persigue un pedacito de celofán que vuela por un aparcamiento vacío
Esta niña que habla con el celofán como si fuese una criatura del viento
Esta niña que sonríe al cálido aliento tropical que le da en la espalda. No ve ninguna diferencia entre ella y el celofán. Empujados ambos por el viento. Reunidos en un mismo momento. Laniña baja la vista hacia el celofán. Le habla directamente:
-Déjame pisarte- le dice -. Quédate quieto para que pueda pisarte.


13/1/80
Homestead Valley, Ca