Ah, amigos -amigas también, y, a veces, sobre todo- los dichosos cuarenta. La década vital donde uno comienza a tirar del hilo de lo que fue, pareció, vió, olió, escuchó... y se regodea comprobando que la cabeza sigue ahí, aún sin alzheimer severo. Tras el alarde técnico que me supuso poner por fin un video der yutú en el blog -ya , ya pondré podcasts, y hasta peepshows on line, dejadme a mí solito, va-, y reconociendo que era tan fácil como pinchar en ayuda y leer "cómo poner un video de youtube en tu blog" y activar el cutypasteador que todos llevamos dentro, me he tirado el barro de lleno, señores -señoras, ante todo-, y he decidido poner más, que hace bonito.
Atendiendo primero a las peticiones de mis lectores -lectoras en este caso- pondré ésos que me ha pedido la audiencia:
El primero, el de Skippy. Skippy, Skippy, Skippy the bush kangoroo, que decía la canción. Una de las series con animalito encantador protagonista de nuestra infancia (que yo recuerde eran Rin-Tin-Tin, Lassie (todo perros), el pato Saturnino,
el oso ben de Mi oso y yo, Clarence el León bizco de Daktari (donde también estaba la mona Judy), Furia (un caballo maravilloso y negro, que podía ser marrón pero que se veía negro en nuestras teles), Skippy, el canguro australiano y, el mejor de todos...
Flipper! (sí, Ginebra, Flipper), el delfín. Que fue una serie que se adaptó de una peli previ y de la que luego se han hecho varios remakes en series y pelis, una con Elijah Wood, el Frodo Bolsón de El Señor de los anillos.
Todo eso si no contamos como animales reales a la perrita Marilyn o la ratita Violeta, de Herta Frankel y sus muñecos, o al inefable Topo Giggio, er topoyiyo, que era más cursi que Doris Day contando pitufos y bastante más gay que los teletubbies, que ya es decir.
De los dibujos animados aún no hablo. Ya lo haré. Ya pondremos algo de Tom y Jerry, de Pixie, Dixie y el gato Jinks, de Patán, "peggo malcgiado, peggo fanático de medaias" y el Escuadrón diabólico. O de los Autos Locos, con Pierre Nodoyuna, Patán, Penélope Glamour y Pedro Bello. Vaya, que no me resisto...
O de los Imposibles: Cangurombre, Multihombre y Fluidombre. ¡Me encantaban! O de Meteoro. ¡Ay, Meteoro!
O los Supersónicos. Popeye. Carlitos. Daniel el travieso. La pequeña Lulú. O de Maguila, Tiro loco McGrow, Huckleberry Hound, la tortuga Dartagnan y Dumdum, La Hormiga Atómica, Yogui, Pepe Pótamo y su hipohuracanado grito, Leoncio León y Tristón, Super Ratón, Don Gato, Félix el gato, el único-único gato, el Pájaro Loco (Loquillo), los de la Warner Bros (esto, amigos, es una producción de la warnerbrothers para televisión y esto es to.., esto es to..., esto es todo, amigos: gran Porky), los de la Disney (desde la tierra de la Fantasía...) y todos los de Hanna-Barbera (Wilmaaaaa, ábrreme la puerrrta, Wilmaaa: ¿no era Pedro Picapiedra el australopiteco de Hommer Simpson?). De los del telón de "koniek" tampoco voy a hablar mucho. Vamos que dejo de hablar del todo en este instante, que hace hambre, hay que trabajar y no es plan.
That's all, folks!
sábado, 29 de noviembre de 2008
Más nostalgie televisiva
miércoles, 26 de noviembre de 2008
Mi vida sin mí
Isabel Coixet, además de una mujer muy inteligente que sabe hacer conmovedoras películas, suele presentar unas bandas sonoras admirables en sus filmes. Senza fine, de Gino Paoli, Hope There´s Someone de Antony and the Johnsons, All the world is green, de Tom Waits, Pour vous aimer de Juliette Greco, Gioco d'azzardo de Paolo Conte, God Only Knows por la Langley School Proyect, o Historie d'un amour de Dalida, son algunas de las canciones que se hacen más carnales y emotivas dentro de sus películas. Estoy deseando que venga a La Música Contada, pero creo que esta temporada, que anda en Japón rodando su nueva peli, va a estar complicado.
Pego aquí una de Mi vida sin mí, que siempre me conmovió. Es Sometime Later, de Alpha. Una canción de aire bristoliano y triphopero, que canta Martin Barnard y que fue publicada en 1997 en el álbum Come from heaven (Por cierto, estuvieron en el AV Festival que organizaba Olga Payar en Fuengirola). Sí, en muchos momentos me declaro fan de "la cofradía de la pena", expresión que dijo Christina Rosenvinge caundo estuvo hace años en La Músuica Contada y donde me descubrió, entre otras, a dolientes como Cat Power y Stina Nordenstam. Y esta canción es para días de lluvia. Otoños como el de esta mañana. Sí, se puede estar enamorado, feliz y ser melancólico. Ya lo decía Billie Holiday: "I'm glad to be unhappy". Bueno, "i'm glad to be happy" this morning.
Las series de cuando éramos chaveas
Me encuentro en el Youtube este montaje con las cabeceras y sontonías de la práctica totalidad de las series americanas que veíamos cuando niños. En Málaga se utilizaba entonces la expresión chavea o chavó, para referirse a niño, chaval. Hoy ni somos niños ni chaveas, ni las series son más que un recurso nostálgico. Como estoy en esas edades, me regodeo en el t'acuerdas?
Ay, Jim West, Tierra de Gigantes, Viaje al fondo del mar, El hombre de cipol, Embrujada, Perdidos en el espacio, El túnel del tiempo, Daktari, Tarzán, Bonanza, El virginiano, Diligencia, Daniel Booone, Hawaii 5.0., Rintintin, Flipper, Lassie, Ironside, Mannix, Aquamarina, Los guardianes del espacio, El capitán escarlata... Y lo dejo aquí, que es hora de comer.
martes, 25 de noviembre de 2008
Entrevista, egotrip y algunas joyas









jueves, 20 de noviembre de 2008
La familia contada







miércoles, 12 de noviembre de 2008
Cuando todos follan

Con los temas de sexo siempre solemos andar de puntillas, con lo difícil que es fornicar así, salvo para los del Circo del Sol. Cuando en el sexo solemos usar palabras éstas tienen el doble peligro de exiliarnos la libido para siempre cuando las usamos con propiedad y exactitud académica o de encendernos la mecha cuando tiramos de las excluidas o más zafias del diccionario. Esto es, hablar de lo prohibido exige tener un doble diccionario a punto y la atención puesta en las mejillas encendidas del otro. No: el monólogo, la gaya ciencia o la chispeante ocurrencia no son maneras útiles de hablar del sexo en su transcurso. Sin embargo, bien elegidos el tono y las ocasiones, pueden ser excelentes vías para abrirnos las picardías y el apetito. Édouard Launet es un periodista científico francés que lleva años escribiendo en Liberàtion, entre otras cosas, unas fantásticas columnas llenas de palabras y datos científicos sobre sexo. Como buen divulgador y conocedor de la ciencia, conoce todos los truquitos del enseñar deleitando. Más bien sonriendo y haciendo sonreír. Sabe bien que todas las cosas son susceptibles de ser nombradas de varias maneras y que él no es ninguna autoridad en lo de enseñar posturas coitales o trucos de SIMCA 1000.

Se ríe el autor junto a nosotros durante cada artículo de la tremenda importancia que se le concede al sexo y a la nunca bien ponderada manía íntima de sufrir por no saber nunca qué lugar ocupamos en la escala de los amantes rivales que en el mundo han sido, son y serán. ¿Huelen mal mis pudendicias? ¿Excreto con abundancia? ¿Me amaino en exceso solo? ¿Cuánto es pollón y cuánto mi cosita? ¿Te pongo cuando me miras o miras cuando me pongo? ¿Soy guarra si grito mucho? ¿Si ella expande mi orificio estaré ocultando un vicio? Oigan, guripas del mundo unidos, no están solos en sus dudas. Launet desvela una a una muchas de nuestras preguntas. Y nos dice, datos en la mano libre, que se puede concluir que a las mujeres, en general, la longitud se la suda, no tanto así los grosores; que década que pasa, cada vez más hombres heterosexuales en pareja estable –hasta un 40 y tantos por ciento- se dejan hurgar por su chica en las profundidades anales sin que por ello le empiecen a pirrar las películas de gladiadores o vean a escondidas Queer as Folk. O que el tamaño medio de un pene inglés en erección es de trece centímetros y que nada tiene que ver su longitud con el número de calzado que gasta. O que las mujeres que más gritan y fingen suele tener más amantes de media que las que cultivan el sottovoce. Y todo esto con más datos que Solbes explicando el IPC. Mucho mejor que éste, vayamos a penes, que con Èdouard te irías luego a tomarte unas cañitas con la confianza en que además de único no eres sino un número más de los que se comen la cabeza por no saber si estás pegando bien el sello. Al cabo, todos follan. Hasta los obispos, dicen.
lunes, 10 de noviembre de 2008
Belinka cumple en capicúa




44
(y a la tuya, que estamos celebrándote).
Toma, un pastel virtual, con sus velitas y todo.
Receta mancomunada de los profesores Chivete, Bacterio, Tornasol y Franz de Copenhague.

Pumby y Blanquita bailan en el centro. Son comestibles.
Los que tocan jazz chico en la banda son cerillas animadas de las Merry Melodies. ¡Me costó un pastón contratarlas!
Sí, no es magia: ¡saben a Palotes de fresa y chicle Dunkin!

Y las serpentinas se disuelven en el aire. Los matasuegras suenan a La leyenda de la ciudad sin nombre.
Hay pitagoles para todos.

Chicas dándose al pitagol.
"¡Esto es todo, amiga!"
