martes, 12 de febrero de 2008

Balance

Están haciendo balance: temámosles. Unos exaltando el copón de los jamases de su dinámica gestión, otros, para convertir eso mismo en pesadilla jiscotiana (de Hitchcock) donde salieran Teófila Martínez e Isabel García Marcos peleándose por el último tinte rubio en una droguería de pueblo. Nos ha caído la primavera de los comicios. Azahar reventón y aceras levantadas. Todos graznan la sinfonía del balance. Esta semana en Malaguilandia del Crucero que Viene, han saltado dos espadas del PP municipal a contar a los medios, humilde pero estadísticamente, que si no estuvieran apañaditos iríamos. Abrió el miércoles Ana María Rico, concejala de los medios ambientes en medio de la calle. Los suyos han logrado, dijo, que la ciudad sea más habitable, aunque no aclaró ni por quién, ni a que zona se refería. Rico, en su look Ana Botella, ve en su periplo avance notorio: los ciudadanos ya no se quejan de que el Ayuntamiento lo haga mal, sino de que el vecino sea un cerdo. Lo que no se sabe es si es por consecuencia del hastío o refleja un brote de responsabilidad colectiva. Rico refirió cagadas caninas, basuras reventadas y demás tradiciones que vienen de época castellana, cuando el Guadalmedina era -y sigue siendo- el estrecolero de la ciudad. Prometió que en un año habrá mapa de ruidos de Málaga: allí localizarán el grito manantial y el recorrido de sus meandros. Se ignora si esa cartografía sonora recogerá el cipote que montan los camiones de la basura y riego a las cuatro de la mañana o los ensayos de las bandas que tocan marchas procesionales. Cerró la semana Antonio Garrido, de Cultura, Educación, Turismo y Juventud, quien volvió a desplegar su dominio de la oratoria clásica. Garrido promete una autocrítica que luego evita, usa estadísticas que indican crecimiento numérico con teatral humildad, se refiere de pasada a errores socialistas -falta de modelo e infraestructuras- y deja caer que no va a hablar de ellos porque nos quedaríamos rubios. Garrido teatraliza gestos políticos mientras otros juran que creen lo que hacen. Ya el PSOE lo inventó todo. Nadie compara su actividad con lo prometido y convierten en virtud lo necesario: si hace cuatro años había cien aparcamientos y tres mil coches es lógico que ahora haya más. Si hacen 300 más nunca admiten que falten 2.600 para cubrir necesidades sino que han triplicado la nefasta herencia anterior. Pero esto no es campaña, ojo, sino balance, balance, balance.

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