martes, 12 de febrero de 2008

El horror y el ridículo

Una niña de nueve meses tiene el tabique nasal, las clavículas, la sangre y el cuerpo todo, tan destrozados como la esperanza de que la huella de la brutalidad de sus padres no le deje secuela en el futuro. Hasta hace unos días Tamara era un pelele donde descargar ira, monos de jaco, impotencia, miseria, y toda la crueldad de la que un ser humano es capaz: tanta como su capacidad para inventar dioses que juzguen y absuelvan sus actos. A Tamara le han separado por fin del cañón doliente de esa carne de su carne, de la sangre de su sangre, del genoma que justifica todos los afectos y crueldades. La misma mano que te acaricia te destroza luego la cara, niña.Con el aliento indiferente de una guerra absoluta en la nuca, nos hiela la sangre la historia de esa cría. Vamos a buscar culpables: quizás si alguien dimite, Tamara deje de apartar el rostro cuando el enfermero le acaricie. Antonio Jurado, médico jefe del Hospital Materno Infantil de Málaga, ha mezclado ciencia y compasión en sus palabras: "no he visto nada igual en mi vida, ni un animal merece ese trato", ha dicho. Vamos a buscar culpables. ¿La madre de Tamara? Probablemente, en cada puñetazo sobre el rostro de su hija quisiera reventar ella su maldita vida. ¿Es ella más cruel que ese señor que tanto le cuesta tomar la decisión de enviar missiles? Tan difícil era prever el caso concreto de Tamara como fácil saber que no es único, o sencillo prever el mezquino espectáculo brindado por Mariví Romero y Ana Paula Montero, responsables municipal y regional de instituciones creadas para proteger a débiles de sus semejantes. Ya pasó con el parricidio de Ana Orantes: el caso de Tamara traerá una ola temporal de compasión y de responsabilidad institucional. Entre tanto, los del PP y PSOE seguirán gritando dimisión o inocencia, como los galos que se zurran con el pescado en un cómic de Astérix.Cada día, en el barrio malagueño de El Palo, varios ancianos se reúnen en el quiosco de prensa de uno de ellos. Cuentan: somos críos huyendo hacia Almería en la Guerra Civil. Dicen: esto es lo mismo. Leen 'Kosovo 'y escuchan: Málaga 1937, nos disparan desde el mar a los huidos. Hambre. Hermanos delatándose. No había televisión, pero sí el mismo odio. "Los jóvenes no nos hacen caso, No hace tanto tiempo", se lamentan los viejos pescadores.En la siguiente viñeta, dos mujeres se piden la dimisión y se declaran inocentes. Hoy Tamara ha sonreído.

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