viernes, 11 de julio de 2008

Feria











La semana pasada, Miranda y yo pasamos de vuelta de un paseo por la Feria de La Cala. Nos vamos quitando la cámara para captar pequeños arrebatos. Me asombra lo mucho que nos parecemos y lo bien que nos complementamos a la hora de mirar. Esta vez me retrata ella junto a los coches de choque. Cada vez hablamos más de hacer cosas juntos. De llamarnos de alguna forma a la hora de trabajar conjuntamente. Me hace feliz, pero quiero que suceda cuando deba suceder, como los amantes que saben sacarle a su deseo la máxima fluidez, intensidad y naturalidad; como lo que hacemos sabiendo que va a suceder y queremos que se entrelace como una danza armónica. La Feria, tan profundamente merdellona, nos sigue transmitiendo inquietud. Una cierta lisergia voluptuosa en su mal gusto, una familiaridad distante. Nos da miedo y atrae a la vez. Caminamos sobre un sueño antes de soñar. No nos montamos en nada. Miramos y nos dejamos seducir.




Daniel Johnston y sus diablos

DJ de adolescente con sus padres. La verdad es que dan todos un poco de miedo.





El diablo y Daniel Johnston. La dirige maravillosamente Jeff Feuerzeig. Le dieron hace dos años un premio en Sundance por ello. Una peli, un documental sobre este personaje (www.hihowareyou.com) que bordea el genio y el delirio: compositor, cantante imposible y obsesivo, autor de canciones tan lúcidas como esquizoides, cantante que deja la nasalidad roedora de Bob Dylan a la altura de un Pavarotti. Dibujante que pinta una y otra vez sus demonios interiores: patos-hidra, capitanes américa recién salidos de una pesadilla, hombres de cabeza cortada y hueca.





Un mundo inquietante e imposible, pero, a la vez, extrañamente familiar. Ahí siguen los freaks que nacen de su mente torturada e imparable: Alienígenas con tentáculos/ojo; diablos terroríficos, peleas de boxeo entre sus propios demonios, versiones deformadas del fantasma Casper, de personajes de dibujos animados. Un talentoso creador inadaptado y maniaco depresivo, nacido en una familia cristiana tejana que un buen día cruzó la línea roja con varios LSD's y exceso de alcohol. Y los ácidos desataron un trastorno bipolar que, tarde o temprano habría de saltar como un perro rabioso.





Hablamos de Daniel Johnston. Que es, asimismo, una leyenda de excepción en un mundo, construido a base de medios de comunicación amplificadores y mixtificadores y listas de éxitos musicales, que devora héroes y víctimas como hace Cronos con sus hijos. Un mundo de ídolos con fecha de caducidad que está necesitado continuamente de nuevos seres diferentes para justificar y disimular su tendencia a la clonación. Y ahí encaja DJ: de pronto viene un geniecillo inadaptado y enloquecido que justifica el sistema. Y qué mejor que un loco, que un tipo medio majara, un orate empastillado que es absolutamente lo que otros en el mundo del rock sólo simulan. DJ sale en la MTV y se convierte en una bandera que agitar porque no juega en nuestra liga. Kurt Cobain usaba unas camisetas que alguien hizo con sus dibujos.



Eso, y haber salido en la televisión convirtieron en mito a alguien que, si cantase en la calle, lo llevarían instantáneamente a un frenopático. Bueno, lo cierto es que él ha vivido la mitad de su vida en frenopáticos. Es el peor cantante del mundo. Un instrumentista atroz que aporrea pianos o guitarras como en akelarre. Un cantante necesitado de fama y reconocimiento con pánico a ponerse delante del público sobre un escenario. Un tipo que olvida las letras que hace y cuyo sentido de la melodía es cuestionable. ¿Realmente se pueden cantar su canciones? Quizás no, pero hay algo real: una vez entras en su mundo te deja hipnotizado.



He visto la peli esta tarde, por fin (http://www.avalonproductions.es/danieljohnston/). Y ha merecido la pena. Me conmocionan los creadores que bordean la esquizofrenia o son bipolares o sufren algún tipo de manía o patía severa. Su arte -entendamos arte como código simbólico cifrado que se genera tanto para ser uno reconocido como para realizar un exorcismo inadaptativo- obsesivo y libre de filtros, tan caótico como fascinante, hurga en fibras muy íntimas de todos nosotros. Es puro temor, miedo, deseo y lamento, necesidad de ser amado y miedo terrible al ridículo. Para convertirla además en documento excepcional, la peli está hecha con un material fantástico y real -las miles de cintas y pelis grabadas por DJ desde su infancia donde se recogen conversaciones, peleas, delirios, desvaríos o declaraciones del diario de un genio/loco-, realizada con un talento controlado -el de su director, Jeff Feuerzeig- y entregado con una honestidad absoluta a la hora de intentar entrar en la cabeza terrible de un hombre enfermo que, además, tiene un peculiar talento creativo y un conmovedor deseo de ser escuchado, aunque el Haperidol le haya dejado como a un zombie.


Si no la habéis visto, haceros con ella. Si ya estais de vuelta, os suena a pasado de moda, y la habéis visto dobalda al hindi en el festival de Khapurtala, no levantad tanto la ceja y compartid vuestras impresiones. Sí, ya sabía de Johnston y de su leyenda. He escuchado muchas versiones de sus temas. Pero esta peli es La Peli. Ya sois mayorcitos. No os tengo que decir cómo conseguirla. ¿O sí?