miércoles, 12 de noviembre de 2008

Cuando todos follan

Ficha: Sex Machine. (La ciencia explora la sexualidad). Edouard Launet. Traducción: Arturo Peral. Alba Editorial. Colección Freak. 192 páginas.
Recopilación de artículos del periodista francés alrededor de curiosidades sexuales que aúna humor y rigor científico

Con los temas de sexo siempre solemos andar de puntillas, con lo difícil que es fornicar así, salvo para los del Circo del Sol. Cuando en el sexo solemos usar palabras éstas tienen el doble peligro de exiliarnos la libido para siempre cuando las usamos con propiedad y exactitud académica o de encendernos la mecha cuando tiramos de las excluidas o más zafias del diccionario. Esto es, hablar de lo prohibido exige tener un doble diccionario a punto y la atención puesta en las mejillas encendidas del otro. No: el monólogo, la gaya ciencia o la chispeante ocurrencia no son maneras útiles de hablar del sexo en su transcurso. Sin embargo, bien elegidos el tono y las ocasiones, pueden ser excelentes vías para abrirnos las picardías y el apetito. Édouard Launet es un periodista científico francés que lleva años escribiendo en Liberàtion, entre otras cosas, unas fantásticas columnas llenas de palabras y datos científicos sobre sexo. Como buen divulgador y conocedor de la ciencia, conoce todos los truquitos del enseñar deleitando. Más bien sonriendo y haciendo sonreír. Sabe bien que todas las cosas son susceptibles de ser nombradas de varias maneras y que él no es ninguna autoridad en lo de enseñar posturas coitales o trucos de SIMCA 1000.
Launet siempre habla de estudios científicos publicados en revistas que nadie en su sano juicio cogería con una sola mano en la intimidad del retrete. Habla de tantos por ciento, de prácticas extravagantes medidas en laboratorios y de extraños experimentos que la ciencia hace para medir cosas como la intensidad del orgasmo en varones y hembras, la frecuencia de la masturbación en edades provectas o las tendencias homosexuales entre los pingüinos. Con todo eso hablado a través de 50 columnas, Launet ha reunido materia para culminar un libro fresco, dinámico, divertido, facilísimo de leer y lleno de curiosas revelaciones. Sex Machine (la ciencia explora la sexualidad) -¡gueropa para guripas!-, publicado en España por Alba en su colección Freak es, también, un buen manual de preseducción para adictos al dato y a la anécdota porque en su capacidad de hacernos sonreír abre una de las primeras puertas del contacto. Ya sabemos que si tu presa sexual ríe o te sonríe con deleite tenemos una oportunidad de que las glándulas mamarias acaben transformándose en qué-tetas-más-ricas-tienes. Launet, sin dejar de levantar la ceja al hablar de estudios que muchas veces deben someterse a la poca fiabilidad de las confesiones del sujeto estudiado -¿quién dice la verdad de lo que folla y cómo lo hace?- se pregunta y responde a cómo sería un coito en gravedad cero. E incluso revela que el amor y el deseo pueden medirse algebraicamente. O cómo los jóvenes yanquis creen que –ay, la sombra de Clinton– las prácticas de sexo oral o anal no son sexo en estado puro sino una suerte de ejercicios preparatorios para la coyunda clásica. No es de extrañar que los americanos se encojan de hombros con cara de “¿quién? ¿yo?” cuando se les dice lo mucho que le dan por culo a los demás.
Se ríe el autor junto a nosotros durante cada artículo de la tremenda importancia que se le concede al sexo y a la nunca bien ponderada manía íntima de sufrir por no saber nunca qué lugar ocupamos en la escala de los amantes rivales que en el mundo han sido, son y serán. ¿Huelen mal mis pudendicias? ¿Excreto con abundancia? ¿Me amaino en exceso solo? ¿Cuánto es pollón y cuánto mi cosita? ¿Te pongo cuando me miras o miras cuando me pongo? ¿Soy guarra si grito mucho? ¿Si ella expande mi orificio estaré ocultando un vicio? Oigan, guripas del mundo unidos, no están solos en sus dudas. Launet desvela una a una muchas de nuestras preguntas. Y nos dice, datos en la mano libre, que se puede concluir que a las mujeres, en general, la longitud se la suda, no tanto así los grosores; que década que pasa, cada vez más hombres heterosexuales en pareja estable –hasta un 40 y tantos por ciento- se dejan hurgar por su chica en las profundidades anales sin que por ello le empiecen a pirrar las películas de gladiadores o vean a escondidas Queer as Folk. O que el tamaño medio de un pene inglés en erección es de trece centímetros y que nada tiene que ver su longitud con el número de calzado que gasta. O que las mujeres que más gritan y fingen suele tener más amantes de media que las que cultivan el sottovoce. Y todo esto con más datos que Solbes explicando el IPC. Mucho mejor que éste, vayamos a penes, que con Èdouard te irías luego a tomarte unas cañitas con la confianza en que además de único no eres sino un número más de los que se comen la cabeza por no saber si estás pegando bien el sello. Al cabo, todos follan. Hasta los obispos, dicen.
Publicado en la revista de libros Mercurio. nº 105. (Versión sin dulcificar).

lunes, 10 de noviembre de 2008

Belinka cumple en capicúa


Isabel, medio transida.

Hoy cumple años Isabel Bono, que es poeta y amiga, y escribe más que bien y sueña cada noche a lo Tim Burton con sus amigos como protagonistas y lo escribe cada día en un blog que es éste: http://laespumadelasnoches.blogspot.com/. A algunos amigos no nos queda muy claro si tiene esos sueños o se los inventa, pero en todo caso quedan chulísimos escritos. No deja que le pongáis comentarios, que buena es ella para decidir quién o qué le escriben. Dice que la foto suya que ha puesto coronando ese blog es igual que la imagen del mío, pero en alegre y que menuda casualidad.


El blog de La espuma de las noches


A Isabel le encanta tener amigos escritores, dibujantes y músicos, leer libros raros, ver pelis que nadie ha visto, guardar cosas de cuando chica y acordarse de todo, cosa que compensa diciendo que se olvida de todo, que se siente muy poco inspirada y poniendo morritos. Tiene pecas y es lo más parecido al espíritu Amelie en tres dimensiones que he visto. El día que durante una cena con Antonio Luque, Sr. Chinarro, del que es fan -Isabel es muy fan en sí misma-, le presentó al muñeco que siempre le acompaña en el bolso, el Erizo César, diciendo que César era muy fan suyo, fue de flipar ver la cara de ciego que ya tenía Luque mirando a aquella tipa sonriente pidiéndole un autógrafo para el muñequito diminuto. Claro, que si se lo llega a pedir Naomi Campbell en aquel momento, Antonio hubiera puesto una cara parecida. Por cierto, Sr. Chinarro viene el 5 de diciembre a La Música Contada a Málaga. Sala gades. 20 horas. Gratis la entrada.

El erizo César en Escocia


Isabel con Alberto, una tarde en casa


Isabel se casó muy jovencita con el chico más inteligente de la clase de Los Olivos, Alberto, que es médico y lo hace todo bien y es casi tan raro como ella o más, aunque él debe pensar que los que somos verdaderamente raros somos los otros. Alberto es muy callado y sereno por fuera y sonríe socarrón con las comisuras de vez en cuando, hace documentales de tipos que viven o bordean el fruiquismo y saca y colecciona fotos de gente gorda y material republicano y estalinista. Isabel dice que Alberto se parece a Sam Shepard y que cuando sale en las fotos pone la mandíbula de Buzz Lightyear. Discutírselo es tontería. Isabel es muy cariñosa y me ha regalado cosas de arrebatarse: tebeos de Pumby, una muñeca Nancy vestida de legionario que toca la corneta, estampas de Kurt Vonnegut delante de unas hortensias, porque dice que Vonne (ella llama Vonne a Kurt) es muy milagroso en estampa plastificada, o pelis de los payasos de la tele... La llaman Belinka y nunca me acuerdo del por qué.
Hemos intentado escribir juntos alguna cosa por mail. Siempre nos quedamos encallados en algún sitio, aunque ella aprovecha siempre bien los resultados. Isabel es el personaje literario vivo más divertido que he conocido. Y una escritora fantástica. Viaja mucho y hace fotos también. El texto que escribió sobre su padre es una de las cosas más tiernas que he leído nunca.


Como hoy es su cumpleaños capicúa le he regalado algunas cositas virtuales:


Siéntate en una de las sillas del cuatro de tu cumple

44

Tómate un zumo de trilaró-jorigú a mi salud

(y a la tuya, que estamos celebrándote).

Toma, un pastel virtual, con sus velitas y todo.

Receta mancomunada de los profesores Chivete, Bacterio, Tornasol y Franz de Copenhague.

Pumby y Blanquita bailan en el centro. Son comestibles.

Los que tocan jazz chico en la banda son cerillas animadas de las Merry Melodies. ¡Me costó un pastón contratarlas!

Sí, no es magia: ¡saben a Palotes de fresa y chicle Dunkin!


Y las serpentinas se disuelven en el aire. Los matasuegras suenan a La leyenda de la ciudad sin nombre.

Hay pitagoles para todos.


Chicas dándose al pitagol.


"¡Esto es todo, amiga!"




Felicidades, Bonnypenny.