domingo, 25 de noviembre de 2007

Ella

Ella es otra cada día. Como aquella mañana en las ruinas con los leotardos bajados y los ojos de gata. Como la noche que me cantó una nana en japonés. Como el reflejo exaltado de sus ojos abiertos mirándome simultáneamente a mí y al espejo. Como el vello suave y no rizado que le cubría el coño mientras fuera nevaba. Como el río donde se tumbaba sobre las telas de raso de Chanel y pensé que no se podían tener las tetas tan perfectas. Como las tres noches seguidas siendo un nuevo personaje a cada rato. Como el día que me pidió que le pegase y me eché a llorar. Como su sonrisa diciendo soy tu matajari. Como ese mediodía que al subirse al autobús rojo me regaló el beso que ya había soñado tres años antes cuando era otra y me daba clases de ciencias. Como la tarde que se cagó de risa en la cocina y no le dio vergüenza. Como sus correos electrónicos atándome a su infancia. Como sus correos electrónicos diciéndome que era lo más ruin que había conocido en su vida. Como la madrugada que entró tambaleándose a casa y se quedó roncando en su vómito. Como el día que me dijo qué guapo eres y yo me lo creí. O esa semana que me regaló un cuadro que me costó dosmil euros. O como esa vez que se corrió sin que la tocase siquiera, tan sólo echándole el aliento.
Si me hubieran fotografiado cada vez, también mi rostro sería otro. Pero yo no estaba allí para poder comprobarlo.

sábado, 6 de octubre de 2007

Even an android can cry










Lágrimas de androide

Incluso
un androide
puede llorar.


Yo (al menos)
conservo las lágrimas.




En 1930, con Larmes (Tears) Man Ray se anticipa a la lágrima imposible. Casi cuarenta años después, The vision, personaje de Roy Thomas (escritor) y John Buscema (dibujante) para la serie de comics de Marvel The avengers (Los vengadores), retoma el testigo de las lágrimas improbables allá en el año 1968 en los números 57 y 58 de la colección, Behold the Vision y Even an android can cry. Más tarde, en los primeros 80, el replicante Roy Batty de la versión cinematográfica de la novela de Philip K. Dick ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, Blade Runner, dirigida por Ridley Scott, se convierte en uno de los malos más sublimes y metafísicos de la historia del cine encarnado por Rutger Hauer con su monólogo final.


Hace un año y medio, un amigo pintor, Carlos Miranda, me regala un cuadro por mi 43 cumpleaños recreando la famosa viñeta de John Buscema donde el personaje de La Vision llora al ser invitado a formar parte del supergrupo. Desde luego, este androide se convirtió en mi modelo masculino en aquellos años de primera infancia. Si hasta aquel sintozoide heroico y aparentemente sin emociones humanas podía llorar, la emoción era de pronto una cualidad en los hombres. Acabo de leer que existe una publicación sobre género en EEUU que se llama así, Even an android can cry.


Estas lágrimas en el límite de la humanidad me recuerdan esa frase de Leonard Cohen: "la realidad tiene grietas, y es ahí por donde la luz entra".

Por esa grieta recibí yo la luz. Cierta luz.