Es sábado 28 de junio. Estamos en Málaga, en ése Palacio de Ferias y Congresos que se parece muchísimo a un Frank Gehry. ("¡Ah, sí, por ahí dicen que el arquitecto lo copió de verdad! ¿Cómo se llama? Ah, Ángel Asenjo. Vale, vale..."). Ya son casi las nueve de la noche. Estamos sentados en el público, viendo el Séptimo Festival de magia y Humor Ja, je, ji, jo, ju. Recibí un correo de mi admirado Ángel Idígoras, uno de los miembros más activos de esa asociación ejemplar que se llama AVOI, y que organiza eventos como éste para recaudar fondos para alegrarles la vida a niños enfermos de cáncer (http://www.avoi.info/). He invitado a las sobrinas de Miranda, Selva y Luna, que acaban de llegar de Madrid. Y a la madre de Miranda. Y a la hermana de Miranda, madre de Selva y Luna. Y a la chica que cuida a las sobrinas de Miranda. Y también han venido dos amigas de Miranda. Y ahí estamos todas. Yo con un cachito de cromosoma Y entre tanta equis.
-Te lo vas a pasar muy bien, ya verás, me dijo Idígoras el otro día por teléfono. Son todos muy buenos. Lleva a todo el mundo que puedas porque no se van a arrepentir y todo lo que recaudemos le viene bien a los críos.
Hay bastante público en este salón del Palacio. Familias con niños, sobre todo. Me alegro por la recaudación y los de AVOI, que son ejemplares. Estoy decidido a participar con ellos. Ya ha salido el payaso francés Jean Philippe, que hace figuras instantáneas con globos y presenta la gala; y el malabarista Raúlez que es muy canijo y se pinta un bigote y pone cara de tanguero arrastrado y juega con pelotas blancas; y el payaso Kaíto, un gordito encantador que le saca chispa y encanto a antiguas rutinas de payaso y que se ríe tan perfecto que querrías poner esa risa de aviso de llamada en tu móvil. Los niños han flipado con Kaíto que ha tocado el saxofón y ha tirado al público decenas de elefantes-globo gigantes y todos nos hemos vuelto locos dándole porrazos a los elefantes que se balanceaban sobre la tela de una araña y tal.
Selva y Luna, cuatro y diez años, ríen con diferente desparpajo. Y Miranda y Valentina y Eva ríen. Luna me mira de reojo un poco aviesa porque aún no me conoce y teme que le robe a su tita. Selva aplaude, da gritos de risa y pone mohínes y a Miranda se le pone cara casi de madre feliz o de niña que adoraba a Fofó y le gustan las sombras chinescas y hacer voces de susto para que las niñas peguen un grito o le digan:
-¡Teté, no hagas más tonterías, que pareces una niña!
Tras Kaíto ha salido de nuevo Jean Philippe y, cambiando un poco el tono de voz a otro más solemne, pide un aplauso para el señog alcalde la ciudad que ha venido a veg este ggan espectáculo del festival jojejijaju.
Y el cañón se enciende e ilumina al alcade. Y algunos pensamos: "vaya, no es mal apoyo para la asociación. No sabía que a Paco de la Torre le gustara la magia". Pero el Major se siente hoy indómito y como sabe que para un alcalde mejor foto sin honra que hilillos de Prestige, o algo así, se viene arriba y se sube al escenario. Le ponen el foco y habla.
(Nuestro alcalde habla con la fluidez de un rapero pero con el tono de un diácono de seminario. Habla ora pro nobis sin pausa alguna).
Serán sólo cinco minutos. Pero mientras los mayores ya nos echamos miraditas y levantamos cejas, los niños se impacientan y no entienden nada. Selva se remueve en los brazos de Miranda. Delante de nosotros otra niña le dice a su padre, para que lo escuche:
-Papáaaa, que se quite este payaso que no tiene gracia.
Debe haberlo escuchado el Major of the City porque acelera su discurso y se despide del público. Mientras Jean Philippe hace entrar al mejor payaso/mago de la noche, el argentino Mirko (se parecía al jugador argentino Carlitos Aimar, al que apodan precisamente El Payaso, pronunciado con esa y griega que suena a ché con ola surfeante), el alcalde sale con tres guardaespaldas por el pasillo, cumplida su función de estar allí y hacerse la foto, agradeciendo sin gracia. La cara de nuestro alcalde es la de un payaso triste, de ésos que tienen poca gracia y que salen con los graciosos para que parezcan más graciosos todavía. Véanlo si no en esta foto impagable de la última campaña electoral que adjunto.
Mirko, un payaso que tiene el Premio Mandrake de Magia, más tarde -entre chistes minimalistas del tipo: "vaya, qué hace aquí este bumerán, creí haberlo lanzado antes"- hará una alusión a la intervención del alcalde -"viene, se sube al escenario y se va, noooo, looco, qué fuerte"- y bastantes mayores aplaudirán espontáneamente.
Luego saldrá Miguel, el hombre del fuego; y Jean Philippe hará un cuento de príncipes y princesas con globos y dos niños del público; por fin, Xavier Tapias convertirá un montón de latas, botellas de plástico, cajas de cartón y trozos de papel de aluminio arrugados en personajes animados que se mueven como robots de manera inexplicable. El público aplaudirá mucho y saldrá al hall a hacerse fotos con sus héroes. El alcalde ya no estaba allí. Mientras cada cual rememora lo que más le ha gustado y Mirko acapara las simpatías de las chicas adultas, Selva dirá a Teté poniéndose melosa:
-A mí no me gustaba el payaso sin gracia.
Luego pensé, una vez más, lo necesarias que son personas como Idígoras que dan ejemplo tenaz y modestamente regalando su talento y su tiempo para que otros se beneficien. Y me grabo a fuego que tengo que unirme como sea a ese voluntariado. Por fin, acabamos todas las X, y yo con toda mi Y a cuestas, comiendo pescaíto en el Paseo Marítimo. Al menos no nos atendió el alcalde, que cuando le entra la electorálisis aguda resulta imparable. Sí, fue en el Chiringuito Gutiérrez. Recomendable. Pero eso ya es otra historia
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