Fue el pasado sábado, en la sala Gades de Málaga, a eso de las ocho y poco de la tarde, cuando Antonio Meliveo -compositor, productor, actor, empresario, especialista en iluminación y sonido y uno de los pioneros de la profesionalización de las artes escénicas en Málaga- comenzaba un recorrido audiovisual que duró unas dos horas alrededor de la música y las canciones que han marcado su vida. Llegó armado de un portátil, un micrófono madonero (de ésos que no hay que agarrar del rabo sino que se te quedan pegados a la boca, ésos que usa Madonna para poder hacer contorsiones y gritar al mismo tiempo: creo que la explicación me ha salido aún más guarrilla, ay) y una pantalla de proyección tras de sí. Lo había invitado yo mismamente a mi ciclo (yo y mi, me está saliendo esto muuuy egocéntrico; pero vamos, es real) La Música Contada (http://www.lamusicacontada.com/). El ciclo consiste en invitar a alguien que sea alguien y que tenga que ver con la música como profesional o aficionado, y nos cuente, pinche o cante en directo lo que de verdad le gusta y le ha gustado y han hecho de él lo que es. Por el ciclo ha pasado toda clase de fauna y, poco a poco, ha adquirido un cierto prestigio. Los que van a verlo y los que vienen a hacerlo suelen disfrutarlo. Así que he acabado convenciéndome de que no está mal hecho del todo y que merece la pena seguir convocando a la peña a estos discofórums y conciertos tan desnuditos, donde la pedagogía queda escondida tras el placer de ver a alguien contándote cosas íntimas y sencillas de su vida y sus gustos como si fuera amigo tuyo de toda la vida.
El caso es que Antonio, que es viejo amigo real de los años teatrales y al que siempre respetaré por haber inventado y levantado una estructura profesional alrededor de los espectáculos escénicos en una ciudad, Málaga, donde lo más profesional por tradición es tocarse la minga -hay excepciones, vaya, claro que sí, pero lo habitual suele ser el ensimismamiento- con cierto talento para parecer que estás haciendo algo muuuuy innovador y complicado. Y le respetaré también por demostrar con su propia trayectoria profesional que cualquier logro cuesta un esfuerzo enorme. Y, por fin, le agradeceré siempre haberme hecho cantar en la tele. Fue en una serie infantil de Canal Sur, llamada la Fuga del tiempo, tipo Chiripitifláuticos, donde hice un personaje bastante memo que se llamaba Dimomo. Fue al inicio de la emisiones del canal Sur, en el 89. Duró poco más de un año y lo pasé pipa, aunque no me gustase mi trabajo mucho. El caso es que Antonio, decía, logró llenar el sábado la sala Gades de amigos, familia y habituales del ciclo que disfrutamos, y mucho, su particular versión del formato. Quizás una de las más pegadas al guión que del formato se han hecho. Y una, eso doy fe, de las que más han gustado al público.
Cartel realizado por Eva Barranco (http://evabarranco.blogspot.com/) para esta edición de La Música Contada. Eva es una ilustradora granadina magnífica que da clases de dibujo en el instituto donde estudié, Martiricos. La conocí bloggeando. Mira tú...
Primero unas notas profesionales sobre Meliveo. Copio directamente lo escrito para los medios de comunicación al anunciar el ciclo: "la trayectoria profesional de este compositor malagueño está íntimamente ligada al teatro, el cine y la televisión. El Séptimo Arte, precisamente, es el que le ha dado a conocer aún más al público: las músicas de "Fugitivas", "Plenilunio", "Los Novios Búlgaros" o "El Camino de los Ingleses" son suyas. Si bien fue el fenómeno de "Solas" el que descubrió su emocionante trabajo como compositor y director musical (este trabajo le valió además su primera nominación a los Premios Goya en la categoría de Mejor Música Original). Es uno de los personajes seminales del teatro independiente malagueño surgido en los últimos años de la década de los 70. Junto con nombres como Miguel Gallego, Diego Guzmán o Rafael Torán, Meliveo fundó y participó en varias compañías. En el teatro ha tocado con brillantez todos los palos: ha sido actor, director técnico, director escénico, responsable de sonido y luces, productor y compositor. Algunas de sus bandas sonoras originales para teatro ("Farsa musical para un títere", "Rama" o "Casting: A la Caza de Bernarda Alba -el Musical-") demuestran la enorme versatilidad de este artista que siempre se ha considerado a sí mismo como "un actor de la música". Su ligazón laboral y personal con otros malagueños ilustres (los otros dos Antonios: Banderas y Soler) es harto conocida, así como su labor para compañías teatrales independientes (Teatroz, Dintel, Acuario Teatro, Teatro del Mediterráneo, El Espejo Negro, Teatro del Gato, Anthares Teatro) y su colaboración permanente con cineastas locales como Ignacio Nacho y muchos otros. Desde 2004, Meliveo codirige con Banderas Green Moon Producciones, con la que triunfaron en la pasada edición del Festival de Málaga-Cine Español: su película "3 días", cuya banda sonora ha sido unánimemente celebrada por la crítica, se llevó la Biznaga de Oro".
Bueno, ya saben quién es Meliveo. Creo que al empezar Antonio estaba un pelín nervioso. Después de haber hecho 154 sesiones del ciclo es ya ley comprobar que esta idea, que encanta a casi todos cuando se la propones, luego te deja acojonado delante de ti mismo por la dificultad que entraña ponerte delante de 300 criaturas a contar tu vida a través de música y canciones. Qué pongo y qué quito o cómo voy a dejar esto fuera son las pdudas metódicas y recurrentes que todos se hacen mientras preparan su sesión. La Música Contada que no deja de ser un espectáculo en crudo, un híbrido a medias entre la conferencia, el ensayo, la confesión, la improvisación, la charla amigable y la versión desnuda de un espectáculo teatral. Pero los nervios Antonio los despejó armado de horas de curro y ocho vídeos montados con imágenes familiares de su infancia, portadas de discos y, sobre todo, fragmentos de películas, cabeceras de dibujos animados y series de televisión.
Antonio Meliveo durante su sesión en la sala Gades.
El soporte visual es muy socorrido y evita los bostezos y las dispersiones. Si una chica en un escenario se desnuda y al lado poenmos una pantalla grande con otro desnudo, seguramente, la mayoría de la gente miraremos a la pantalla. La cosa es que Antonio sabe cómo manener la atención del espectador, que tiene años a las espaldas de teatro amateur, profesional, televisión, todo tipo de espectáculos en directo y películas para el cine (ha hecho, entre otras, las bandas sonoras de Solas, Fugitivas, La Hija del capitán, Tres días, El camino de los ingleses y es socio de su amigo de la infancia Antonio Banderas en la productora de ambos, Green Moon), y, así, nos regaló un entretenido recorrido por su vida y sus recuerdos musicales que, inevitablemente, resultaron ser los de casi toda la peña que asistió al acto y llenó la sala.
Fotograma de Top Cat, Don Gato, una de las series de dibujos animados cuya sintonía más le gustaba a Meliveo de niño
Tuvo el gusto y la sinceridad de no tirarse el rollo eligiendo músicas que denotaran su erudición y que nadie más conociera. Lo hermosos de este formato es que es una suerte de máquina de la verdad y te retrata tal y como eres. Si quieres ir de enterado, se notará mucho. No se trata de enseñarle al público lo más raro, sino lo que está en la base de tu adn musical, que normalmente, suele ser algo mucho más popular de lo que a priori imaginas. Antonio, que acaba de llegar a los 50 añitos, confesó ser hijo de su tiempo: "la mayor parte de la música que yo he escuchado desde niño ha sido en la televisión; las sintonías de los dibujos animados o de las series de televisión, o de las películas, eran las músicas principales que me han ido influyendo a lo largo de mi vida", dijo. Y dejó que las imágenes de la pantalla, los sonidos tantas veces escuchados y la memoria colectiva hiciera el resto y nos pusiera a reir, aplaudir o intentar adivinar al primer acorde de qué canción, música, banda sonora o sintonía estábamos hablando. El público terminó aplaudiendo de pie, reconociendo el esfuerzo del invitado y reconociéndose compañero en su memoria. Yo me sentí muy feliz por él. Porque es raro ver a la gente de tu ciudad admitiendo con generosidad que eres de los suyos aunque no seas como ellos: nadie es igual que nadie y todos somos como cualquiera. Y porque entre toda aquella memoria colectiva mostró también, con un entrañable homenaje, el palo del que él ha ido haciéndose una peculiar astilla musical: su padre, cantante de ópera y zarzuela aficionado, quien firmaba sus actuaciones y grabaciones como Luis Díez y que tuvo que abandonar su afición para darle de comer a su familia de nueve hijos. Ahí, en la historia única de Antonio Meliveo, en el gen que le llevó de niño junto a sus hermanos a cantar en el Teatro Cervantes y que tildasen en los diarios de la época (años sesenta) a su familia como "una familia Trapp malagueña", es donde la sesión fue única y emotiva.
Me quedo con la cara sonriente y feliz de Antonio -que siempre suele ser serio frente al público, aunque tiene mucho sentido del humor- cuando se dio cuenta de que la gente le aplaudía con cariño, verdad y reconocimiento. En el fondo, La Música Contada es una terapia y te deja desnudo frente al personal: Carlos Tena, el fantástico y veterano crítico musical y radiofonista, que hoy vive en Cuba arreglando para la SGAE los derechos de centenares de músicos cubanos, dijo en su día -entonces era mi socio en el proyecto- que el ciclo era "un streptease musical". Y Antonio se desnudó la noche del sábado. Luego, nos fuimos a cenar rodeados de amigos. Le pregunté entonces qué le habían dicho sus hermanos. Me confesó que en su familia el elogio es un bien escaso y que es habitual exigirse demasiado. Un "bueno, está bien", equivale a un "has estado cojonudo" en cualquier otro contexto. Quizás ahí, en esa enorme exigencia primigenia que le impide dormirse en la autocomplacencia, radique la fuerza que le ha hecho llegar donde está sin ser Mozart, hijo de papá o Robert de Niro. Creo que esa enorme autoexigencia puede llegar a ser un pelín frustrante para el artista que espera el reconocimiento de los suyos. No creo, es seguro. Y cuánto más para los actores, esos seres tan fascinantes en su creatividad camaleónica como a veces insoportables para convivir con ellos. Pero seguro que de ahí ha sacado su entereza para seguir luchando desde esta ciudad tan de vuelta de tantos lugares en lo que nunca ha estado. De ahí ha sacado llegar a vivir de lo que le gusta dedicándole más horas que un jornalero andaluz de antes de la Guerra Civil.
Me reencontré esa noche con varios amigos del teatro que hacía tiempo que no veía. También estuvo el promotor y musicólogo aficionado danés Beni Perlmuter, viejo y erudito amigo que conocí cuando yo trabajaba en El País y el dirigía el festival de jazz de Estepona, quien vino su mujer Dolores, profesora de danza. Creo que Dolores es de Nueva York y lo seguro es que es una de las mujeres más elegantes que he visto en mi vida. Ella y Miranda hicieron migas, tuvieron un flechazo y anudaron una próxima cita. Al finalizar la cena, el último escuadrón (el escritor José Garriga, su chica, Blanca Machuca, el escritor Antonio Soler y su pareja, María del Mar Pelegrín, Miranda y yo) acabó en la casa de Antonio Soler jugando al futbolín cuando ya el día siguiente se encimaba. Miranda le dio un puñetazo sin guantes a un saco de boxeo que tienen los Soler-Pelegrín en su garaje. Lleva dos días con los nudillos destrozados. Le regalaron un libro de fotos por la compensación y estuvimos hablando de películas, intercambio de dvd's y de la mala conciencia que algunos tenemos cada vez que nos gastamos el dinero el libros, películas, discos, cómics y cosas así, aunque no podamos parar de hacerlo.
Al día siguiente, Antonio Meliveo me escribió que se sentía un poco frustrado por la experiencia y que sería la depresión-postparto. Que al menos la mitad eran invitados amigos suyos y que se demostraba que en Málaga los compositores importan una mierda. Yo no lo veo así. Quiero decir, claro que en Málaga los compositores importan una mierda. Y los investigadores de células madre. Y los poetas no académicos. Y las abuelas de los estibadores portuarios. Todos importamos una mierda, desde Viberti, Makanaki o Eliseu hasta el cenachero, la torre de la catedral y la cripta de los Condes de Buenavista. Pero yo le diría a Antonio que el hecho de que casi 300 personas dediquen dos horas de su tiempo a compartir tu historia sin parar de sonreir no es una cosa baladí. Tal vez él, que ha estado comiendo al lado de Frank Sinatra en Los Ángeles y que aspira a que la próxima película que podruzca la vean más de un millón de personas para poder seguir haciendo otras, le parezca algo menor. Es comprensible. Pero yo creo que no, Antonio. Una vez más hiciste lo que sabes hacer: dejarte todo en el escenario e intentar entretener al público. Nadie se aburrió, amigo. Al contrario. Nos regalaste una noche impagable. Y encima fue gratis. ¿Qué más quieres, moreno?
2 comentarios:
AAAAy que envidia por dios, todo lo que me estoy perdiendo....
Espero que todo esto se repita, se repita, se repita...menos mal que existe la blogalaxia y una día de éstoss.....por lo menos con tu buena escritura algo vislumbro y me veo allí...
Bueno, informo que sigo sin "internete" y sin nene...es inminente.....
Un beso
Oyer, Eva. Dónde te envío un paquete postal con carteles, programas y cosas? Mándame tu direccuión postal por correo a mi mail. ¿Lo recuerdas?
Lo mismo estás ya con contracciones. Besos
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