Me levanto pronto, aunque casi siempre llegue tarde a las citas, y me lanzo a ver los periódicos por internet. Quería leer un artículo de mi viejo amigo el escritor, filólogo, columnista de La Opinión y, actualmente, director de la bibioteca del Centro de la Generación del 27, Javier Labeira. Me había dicho que iba a escribir algo sobre La Música Contada tras la cita con Amancio Prada del pasado 17 de diciembre en Málaga. Fue una cita muy especial, tanto por la emoción que Amancio fue capaz de crear, como por el hecho de que se cumplían 150 sesiones del ciclo que inventé hace nueve años y que desde entonces dirijo. Pero fue especial también porque acudieron a verlo gente como Javier y su eterna novia Isa, hoy esposa y madre de sus dos hijos, fueron compañeros y amigos muy íntimos en los años de instituto y facultad, cuando compartíamos horas, lecturas, afectos, palabras, confidencias, dudas místicas, poemas, líos sentimentales y música, mucha música. Javier cantaba muy bien, acompañando a la guitarra cosas de Silvio, Serrat, Pablo Milanés, con voz grave y vibrato caprino, un poco a la manera de Serrat. Entonces yo quería ser poeta y actor y Javier quería ser novelista. Me acuerdo del inicio de su primera novela nunca acabada, portagonizada por un tal Joaquín Garcés que masculló "¡mierda!" entre los dientes cuando intentó dar la vuelta a la llave de su portal y vio que no abría. Me acuerdo de muchísimas cosas, que siempre he tenido cierta memoria. Y siempre a la memoria me viene aquella canción que cantaban Mercedes Sosa y Chavela Vargas. Canción que años después recreó maravillosamente mi amiga Martirio, -Maribel, para los que la queremos- Las simples cosas. Aunque Javier la que cantaba era Aquellas pequeñas cosas de Serrat, otro monumento, yo prefiero ésta, más honda y melancólica:
"Uno se despide insensiblemente de pequeñas cosas, lo mismo que un árbol en tiempos de otoño muere por sus hojas. Al fin, la tristeza es la muerte lenta de las simples cosas, esas cosas simples que quedan doliendo en el corazón. Uno vuelve siempre a los viejos sitios en que amó la vida, y entonces comprende cómo están de ausentes las cosas queridas. Por eso, muchacho, no partas ahora soñando el regreso, que el amor es simple, y a las cosas simples las devora el tiempo. Demórate aquí, en la luz mayor de este mediodía, donde encontrarás con el pan al sol la mesa servida. Por eso, muchacho, no partas ahora soñando el regreso, que el amor es simple, y a las cosas simples las devora el tiempo. Demórate aquí... por eso muchacho....".
Javier, en el centro, con otros dos buenos amigos, Isabel Bono y Alberto Jiménez.
Uno siempre vuelve a los viejos sitios donde amó la vida... Es cierto que La Música Contada ha generado siempre una gran cantidad de eco en medios de comunicación y de simpatía entre público e invitados. Por eso sigo haciéndola y por eso quiero y sueño y lucho cada día para verla crecer ya segura y firme sin el amparo y dedicación que necesitan los críos, sin la eterna necesidad de estar convenciendo cada año, cada mes, cada día a las instituciones y programadores de que es algo que merece la pena. Por eso son necesarias las voces que van, miran, oyen y cuentan lo que pasa allí, en cada sesión, tan mágica e imprevisible como ese teatro que me hizo dejar la facultad y mi ciudad en el año 1983 para intentar una aventura vital en Madrid con el grupo Espacio Cero. En aquellos años, mis amigos del instituto y del grupo de teatro Histrión, las mujeres -eso siempre-, la poesía, la música y la conversación eran mi faro. Acabé regresando a Málaga porque en Madrid nunca encontré la sintonía y confianza de aquel maravilloso grupo de amigos y porque tal vez nunca tuve el talento o la competitividad necesarias para triunfar como actor. Pero, sobre todo, porque echaba tanto de menos a mis amigos (Javier, Pepe, Antonio, Richard, Fidel, Bartolo, Manolo el gitano, Sayago, el cura Alfonso, Paco Gil, Antoñito Olveira, Juan Antonio, Nuria...), la luz de Málaga y su calor que ni todos los estímulos culturales de la gran ciudad eran capaces de evitar el regreso. Ahora Javier escribe de aquellos años y rescata memoria. Y busca la madalena proustiana en el Héctor que ahora soy escarbando en el que fui. Me ha hecho muy feliz. Luego, otros dos periodistas más jóvenes, Nacho Doña y Cristina Consuegra, han escrito sobre lo que pasó el pasado sábado 28 de febrero en la sesión de los Niños Mutantes en la sala Gades de Málaga donde, entre otras cosas, Juan Alberto, el cantante contó y cantó sobre el Himno de Andalucía con la ironía y la emoción que tan bien combinan los Mutantes. Me hizo volver a los años del instituto con Javier, llenos de actividad y hambre cultural y política. De cuando montamos el grupo de teatro, arreglamos el salón de actos y cantábamos canciones de Jarcha y el hermoso himno de Andalucía. Recuerdo un día de Andalucía con todo el teatro pleno de chavales cantando la letra de Blas Infante. A Pucho Páez cantando por Paco Ibáñez y al Agüilla cantando una hermosa versión aflamencada y vigorosa de Si mi voz muriera en tierra de Alberti. Javier también cantó. No recuerdo qué. Y Antonio Medina. Seguro que el poema que Pepe Mesa hizo sobre el lugar donde hacíamos convivencias con aquel grupo cristiano de base de donde salimos casi todos ateos o agnósticos, sí, pero donde aprendimos a hablar, convivir y escuchar al otro. Y a pasarnos los canutos. Se llamaba Sauval el sitio. "Valle del sauce". Y aún debe existir, entre los términos municipales de Fuengirola y Marbella, aquel lugar lleno de memoria, amistad y pasión adolescente. Y deben verdear enormes algunos de los árboles que plantamos frente a la casa. No sabes el día que me has alumbrado, Javier. Bueno, sí lo sabes porque me conoces. Aquí te dejo con tus palabras. Gracias.
La música contada
Javier La Beira
Treinta años después, aún recuerdo a un adolescente Héctor Márquez entrando, tras driblar garbosamente el kiosco de los apetitosos bocadillos de caballa, por el pórtico de la gloria memoriosa del malagueño instituto de Martiricos que en gloria estaba. Como aquel adolescente sentía la necesidad extrema de llamar la atención, solía vestir una rebeca kilométrica y azulísima y vaqueros de marca. Su máximo afán consistía en llegar a ser, fíjate, un pedazo de pijo. Ya entonces llegaba siempre, en el mejor de los casos, con el tiempo justo, y cuando se enamoraba, lo cual sucedía justamente cada mes, se lo tomaba tan a pecho que emulaba al mismísimo San Juan de la Cruz proclamando a los cuatrocientos vientos que ya sólo en amar era su ejercicio. Toda vez que se ejercitaba hablando por los codos, escribiendo poemas y entonando canciones, si a aquel ratoncito presumido le hubiesen preguntado qué hacía por las noches, podría haber respondido: "Contar y cantar; cantar y contar". Cuando dejó la adolescencia, o más bien la adolescencia lo dejó a él, el amigo Márquez también dejó las poses pijas y Málaga, pero desde los madriles nos fue enviando cintas de casete en las que, fiel a su vocación, contaba sin parar andanzas, chascarrillos, pensamientos y sentimientos, amenizándolos con tonadas de su cosecha. Dulce y lejana voz por mí gustada, fue la época en que publiqué un breve ensayo sobre los llamados Sonetos del amor oscuro, de Federico García Lorca, a los que acababa de ponerles música Amancio Prada, y tuve a bien dedicarlo a uno de mis hermanos y a Héctor, porque ambos, a su muy distinto modo, amaban las palabras, la música y la música que desprenden las palabras. Estaba cantado que el genio desprendido de Héctor Márquez acabaría alumbrando un proyecto donde contasen tanto las palabras como la música. La música contada surgió aquí, en una ciudad secularmente necesitada de propuestas culturales atractivas y sólidas, con aspiraciones a perdurar no de cualquier manera, sino interesando y haciendo disfrutar al público. Nueve años después, las cifras (reales, en vez de inventadas con la mayor de las desfachateces como tantas otras) entonan por sí solas el allegro troppo de esta iniciativa de Héctor: cinco ciudades andaluzas recorridas, ciento treinta y nueve invitados de lujo y el lujazo mayor: ochenta y tres mil disfrutantes espectadores. Lo que comenzó siendo una tentativa que llegaba con el tiempo justo ha logrado el sello de lo imprescindible cultural. El pasado 17 de diciembre, La música contada celebró su sesión kilométrica número 150, dentro de la novena temporada, mediante un deleitoso discofórum propio de Amancio Prada. Sólo en amar la música y las palabras es ya el ejercicio de su creador. Cuánto me alegra dar fe de que la novena de Márquez resulta una suerte para Málaga y también una suerte de himno a la alegría.
Y ahora las crónicas y entrevistas de Cristina y Nacho. Las fotos son mías de la sesión del pasado sábado.
Niños Mutantes: "Siempre intentamos darle un toque animal a las canciones"
La edición de La Música Contada del 28 de febrero fue la número 156, y a mi juicio, una de las mejores del ciclo. El pop regresó a LMC de la mano del imprescindible grupo granadino Niños Mutantes. Con una Sala Gades abarrotada, el maestro de ceremonias Héctor Márquez presentó al encargado de prologar la sesión mutante, el periodista del diario La Opinión Chus Heredia, quien de forma magistral (respetando escrupulosamente las “tres ces” del buen periodismo) introdujo al público en su visión del universo de la banda granadina. Era el aperitivo de lo que esperaba a todos los presentes.
01/03/2009 23:03:01
Cristina Consuegra
Juan Alberto Martínez (voz, teclados y guitarras), Nani Castañeda (batería), Migue Haro (bajo) y Andrés López (guitarras), es decir, Niños Mutantes, salieron al escenario de la Sala Gades e hicieron un homenaje no sólo a toda la música que los ha influido, sino a la esencia misma del Pop Rock way of life. Estos cuatro compañeros de instituto no sólo mostraron lo muy unidos que están como amigos y como banda, sino que también desprendieron una química sobre el escenario difícil de encontrar hoy en día. Se trabajaron una de las sesiones más originales y divertidas de lo que llevamos de Música Contada, y compartieron con el público diversas anécdotas y experiencias de cuando eran músicos en ciernes.
Hicieron un recorrido, no sólo a través de los tres pilares de la banda (Pixies, Surfin’ Bichos y Nirvana), sino a través de todas aquellos grupos o solistas que los han o marcado: Radiodead, Ramones, Bob Dylan, Los Brincos, Raphael y otros.
Dejaron claro que son uno de los grupos más sólidos de la escena pop española, que lo mejor de los Niños Mutantes siempre está por venir (… tal como dicen ellos en Sapos y Culebras, "el futuro es un buen lugar"), y personalmente me hicieron volver a los quince años, cuando sonaba Nirvana en el programa de Radio 3 De 4 a 3, y yo desde mi cuarto saltaba tanto y tan fuerte que siempre creía que iba a alcanzar la luna con la mano. Cosas de la adolescencia.
Publicásteis vuestro primer EP en el año 1998. Más de diez años después, Niños Mutantes ha conseguido crear un sonido propio que, aun siendo característico, nunca suena a viejo o a algo ya hecho, sino siempre mantiene tintes de frescura. ¿Cuál es vuestro secreto?
No lo sabemos. Es un sonido que sale solo. No es algo pretendido o predeterminado, lo hacemos sin darnos cuenta, posiblemente porque siempre intentamos darle un toque animal a las canciones. Intentamos crear las canciones con mucha energía, pero en el sentido de intensidad, intentamos darle intensidad a todo, incluso a los fragmentos más tranquilos y suaves de las canciones, ya que éstas necesitan intensidad para transmitir algo. Es la obsesión central de nuestra carrera.
No soy partidaria de pensar que cualquier época pasada fue mejor. Pero sí es cierto que durante los 90 en España, la escena independiente eclosionó, y principalmente en dos puntos imprescindibles para entender aquella década: Granada y Gijón. En la actualidad, la escena indie parece ser un poco más gris que la de entonces. ¿Qué pensáis?
(Juan Alberto) Yo no lo veo así. A principios de los 90, hubo una explosión de muchas bandas, fue el descubrimiento de la escena independiente en España. Pero no fue nada nuevo, fue la reacción, la respuesta lógica a lo que estaba pasando en el resto del mundo: el movimiento Grunge, Nirvana, Sonic Youth, Pixies, Dinosaur Jr.,… Todo ello caló aquí, y se intentó imitar. Salieron muchos grupos, pero el contenido artístico de esas bandas se reduce a muy pocos, de todos los que estaban o estábamos en ese momento. Ahora quizá las cosas funcionan de una forma más individual, no se ve como un movimiento y el entusiasmo ha disminuido, pero creo que los discos españoles de los últimos años son más interesantes que los de los 90. Ahora casi todas las bandas cantan en español, sin ningún tipo de prejuicios, y si el grupo hace buenas letras me llega más que uno que canta en inglés.
¿Piratería sí, piratería no?
Ni blanco ni negro. En principio no, pero hay que recordar que lo importante de la música es que llegue a mucha gente. Como consumidor me gusta el pirateo, pero la música que me bajo suele fallar o se escucha peor. Ahora, lo que realmente me interesa me lo compro. Además, gracias a la influencia de la piratería los discos han bajado mucho de precio.
Vosotros sois grandes versionadores de canciones. Habéis creado uno de los mejores trabajos discográficos en esta materia, Grandes éxitos de otros (Astro, 2007). ¿Cuál es esa canción de canciones que tenéis pendiente?
Battiato, Madonna, de quien llegamos a probar La isla bonita. Cuando hemos hecho canciones no hemos ido persiguiendo esa canción, todo ha sido más casual. Quizá lo más consciente ha sido la versión de Raphael. Probamos dos o tres canciones y no nos salía ninguna, hasta que llegamos al Como yo te amo, que la tuvimos lista tan sólo dos días antes de entrar en el estudio de grabación.
¿De qué os ha salvado la música?
De llevar una vida rutinaria y tediosa. El día que se acabe esto tendremos que buscar otra cosa, para dar salida a toda nuestra creatividad. Nosotros siempre contamos que somos los verdaderos niños mutantes.
Y ahora la de Nacho Doña en el periódico digital Ymalaga (http://www.ymalaga.com/cultura/m%FAsica/musica-contada-ninos-mutantes-granadinos.4445.html), una iniciativa, entre otros de mi admirado comañero periodista Paco Rengel, que presentaron en sociedad hace unas semanas y al que le deseo toda la suerte del mundo en estos tiempos donde el periodismo de los medios tradicionales está tan secuestrado.
Juan Alberto Mutante en un momento de la sesión donde se hizo una estrofa muy peculiar del Himno de Andalucía
Niños mutantes en La Música Contada
01-03-2009 15:32 - Ignacio J. Doña
Los granadinos ofrecieron en la Sala Gades una divertida sesión llena de momentos inesperados
¿Qué situación puede hacer a uno de los principales grupos de la escena pop española interpretar en un mismo evento versiones de grupos tan dispares como Los Brincos, Velvet Underground, Triana, Bob Dylan, Wilco, Raphael, Pixies o 091? Pues no podía ser otra que una nueva sesión del ciclo La Música Contada, discofórum que a buen seguro guardará en su archivo como momentos inolvidables varios de los ofrecidos anoche en la Sala Gades por el grupo granadino Niños Mutantes. El cuarteto regaló al público malagueño una extensa y divertida sesión en la que realizó un recorrido por algunas de las canciones que han marcado su trayectoria vital en las últimas dos décadas, mezclando momentos de escucha de las versiones originales con la interpretación en directo en formato acústico de varios temas.Héctor Márquez, conductor del ciclo que cumple ya nueve años en los escenarios andaluces, y el periodista Chus Heredia fueron los encargados de presentar a los invitados de la noche, que comenzaron desgranando sus comienzos y vaivenes musicales quinceañeros previos a la fundación de Mamá Baker, grupo matriz que posteriormente dio origen a la actual formación. Canciones como "Nadie te quiere ya" o incluso un peculiar Himno de Andalucía a cargo de Juan Alberto, vocalista de la banda, anunciaban que la noche iba a estar llena de buen humor y momentos inesperados. El catálogo de referencias rockeras no pasó por alto a nombres imprescindibles como Pixies, Nirvana, Ramones o los nacionales Surfin' Bichos, Lagartija Nick o 091.RECORRIDOEn su particular recorrido cargado de anécdotas, los granadinos (recién llegados de Ceuta, donde ofrecieron un concierto la noche anterior), quisieron compartir un par de muestras en forma de vídeo de las experiencias musicales que llenan los viajes de punto a punto del país en sus giras, recurriendo a ejemplos tan diferentes como Las Grecas, Edwyn Collins, Beck o el mismísimo Nino Bravo. Finalmente, una mirada a Norteamérica cerró la noche con la interpretación a guitarra y voz de "Girl from the North Country", de Bob Dylan, y "Chelsea Hotel", de Leonard Cohen, antes de que un improvisado 'cuadro flamenco' homenaje al grupo Triana a petición del público pusiera el fin de fiesta.La próxima cita en Málaga de La Música Contada tendrá lugar el día 7 de marzo con la esperada llegada de J., cantante de la mítica banda granadina Los Planetas, que a buen seguro tampoco dejará indiferente al público que con gran expectación (entradas agotadas en sólo unos días) se congregue nuevamente en la Sala Gades.
3 comentarios:
La sesión de Amancio fue estupenda, sí.
Menos mal que lo explicas tan bien....como si hubiese estado allí!
:-) ya tendré tiempo, a ver si el niño se hace músico
Tengo el paquetito, genial!!! aunque el mío propio no ha salido aún:-(
B
Felicitaciones Héctor por todo lo que haces....
Un abrazo desde muy lejos....desde el otro lado del océano, Paraguay...
Móni Gill
Publicar un comentario