Pepo Pérez charlando en una cena de La Música Contada. Carlos Miranda escucha.
Pepo Pérez (http://www.pepoperez.com/) es uno de los más eruditos seres que he encontrado en mi vida y, posiblemente, una de las personas que más sabe de cómic y arte popular del mundo. Alguien que sabe trascender del datismo friki y que aplica concienzudamente principios científicos a sus investigaciones, opiniones y aseveraciones. Lo conocí una vez por nuestro común amigo Carlos Miranda -Cake, Carlitos, artista, teórico del arte y profesor en la Facultad de Bellas artes de Málaga- a quien alguna vez posteé al principio del blog como Mirandita der Perché, toda vez que le logré un robado en el Orellana donde parecía la mismita reencarnación der Camarón Shico, manque argo gachó. Habíamos coincidido alguna vez que otra en mis Músicas contadas y en alguna terraza y habíamos intercambiado charla.
Autorretrato de Pepo como Spiderman.
La conversación de Pepo es inteligente e inagotable. Puede estar hablando horas de un fotograma o una viñeta sin decir tonterías ni obviedades. A pesar de su verbofagia, que comparto, aunque intente quitarme de vez en cuando, tengo a Pepo por un tipo tímido. Creo que los habladores somos así no sólo porque nos guste escucharnos, que algo de eso habrá o asío lo dicen los freudianos de café con otras palabras y demás osis, sino porque de esa manera evitamos el silencio, el vacío de ser y, sobre todo, que nos interpelen con algo que nos saque los colores. Pepo, al contrario que yo, que soy un tipo disperso y poco dado a sistematizaciones concienzudas, es un enciclopédico ilustrado, además de un creador, divulgador, y crítico de cómics importantísimo. Sus blogs con C de arte (http://concdearte.blogspot.com/) y Es muy de cómic (http://pepoperez.blogspot.com/), son auténticas delicias, además de tener la virtud de estar trabajados con enorme rigor y constancia. Tuve la fortuna de compartir charlas con él y otros amigos etiqueta negra el día que Max vino a La Música Contada. Acabamos cenando en un restaurante de Málaga, por La Malagueta, una suerte de sador argentino dode el dueño, para postre te canta en el cogote canciones del folclore sudamericano, con voz de tanguero grave y arrastrado, algo que todos los parroquianos celebraban muchísisimo pero que a nostros nos indigestó el churrasco. Porque eso de ver cómo te vibra la nuca con Sapo cancionero o Zamba de mi esperanza mientras nos echaban todos una mirada de "cómoesposiblequeestostiposnosecallenysearrobenconmisonysiganhablandodetebeos" no es agradable, no. Eso fue la primera noche. La segunda, en el Mesón Mariano, ya nadie nos cantó y Pepo demostró como entre tdoos los Demóstenes del lugar, nadie le echaba la pata. Fotos hay que dan fe de ello.
Juan Pablo Gordillo (dueño de En Portada Cómics), Alvaro Gastmans y Conde siguen escuchando a Pepo. Y Max, y Miranda, y Vicente y Nacho Gabrielli. Pepo es como Cristo cuando coge el hilo.
También dio fe de ello en mi última fiesta de cumpleñaos. Bueno, mía y de Miranda, donde acudió con Carlos, Cake, y durante cinco horas sólo dejaron de hablar para comer un poco de carne con mojo picón que habían hecho entre Victoria y Eva. Creo que se lo pasaron bien, pero supongo que no hubiera importado mucho el entorno porque su fiesta estuvo en las palabras e ideas que intercambiaban. Le gustó mi casa, eso sí, que no la conocía. Y me regaló el libro de Michio Kaku, Física de lo imposible, donde el físico yanquinipón revisa desde el punto de vista de la ciencia todos los conceptos y descubrimientos que aparecen en las obras de ciencia ficción de hoy bajo la luz de su posibilidad científica. Una forma amena de saber a dónde vamos tecnológica y científicamente hablando.
Max en la Música Contada. ¡Qué bien estuvo el maestro!
Pero este post venía a cuento de una pequeña anécdota de ayer. Pepo, como yo y todos los lectores de cómics de fantaciencia y superhéroes, está muy familizarizado con todo ese universo de imposibles lleno de dimensiones paralelas, viajes en el tiempo, enfrentamientos con tu doble temporal, sincronías y superpoderes habituales de las historietas y la literatura de ciencia-ficción -las pelis copian, ojo- que ahora la ciencia y las industrias de entretenimiento masivo empiezan a llevar a un terreno común. Ayer nos encontramos por la calle. Iba yo con mi hijo por el centro de Málaga camino de la Autoescuela donde le apunté para que se sacara el carné de conducir caundo lo vi andando delante nuestra. Al llamarle sus ojos se asombraron:
-Hola, tío. ¡Joder! No te lo vas a creer. Acabo de entrar en tu blog y ver el post de tu hijo. Y ahora apareces tú por aquí. Es como si la metarrealidad se hubiese materializado (o algo así dijo, que no tengo la memoria de Truman Capote para recordar textualmente todas las citas).
Era la sincronía universal. Y era algo muy de cómic. Entiéndanme. Eso pasa continuamente. Pero yo quería tener una excusa para hablar de Pepo e invitarles a que entren en su blog y se pierdan allí. A que lean alguna de sus dos entregas de El Vecino (Astiberri) (http://www.astiberri.com/elvecino/) y a que conozcan a este sabio a través de sus artículos y colaboraciones en prensa (Rock de Lux, El Periódico de Catalunya...) y de sus posts diarios en el blog.
Ayer pensé que quién era personaje en la ficción de quién. Probablemente ambos lo seamos en la de cada cual. Yo creo saber cuáles son los roles que ocupamos cada cual en mi propia ficción. Él sabrá los suyos. Ahora me pregunto si Pérez me está escribiendo o yo lo inventé a el. Probablemente haya un Alan Moore por ahí escribiéndonos a ambos. Podría decirme si mi hijo, al final, acaba sacándose el carné a la primera -que vaya pastón que cuesta- y si va a seguir estudiando como dice ahora. En este momento, me preocupa más que saber cuánto costará la factura de teletransporte en el siglo XXII.
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