Un maestro de escuela malagueño se inmortaliza como personaje en las novelas de doce escritores españoles diferentes
Al despertar Luisito Sanjuán una mañana en su cama, tras un sueño de pierna suelta y regusto a papelón de dulces en las encías, se encontró transformado en un personaje de novela. No de una novela, que a eso ya se había acostumbrado desde que su amigo del colegio Antonio Soler, ya convertido en famoso escritor, lo refiriese de pasada en algunos artículos, guiones y sobre todo en la premiada novela "Las bailarinas muertas", sino de doce. De la noche a la mañana, Luis Sanjuán, malagueño, cuarenta años, maestro de historia de 2º de ESO en el Colegio Público Luis Buñuel de Málaga, bonachón, regordete, soltero y filógino, había comenzado a aparecer en historias ajenas: estaba comenzando a hacer el camino inverso de aquel Augusto Pérez, protagonista de la novela Niebla de Unamuno, quien reclamaba como personaje derecho a entrar al mundo de los vivos. Luis Sanjuán, como dice Antonio Soler de su amigo, "es carne de literatura" y va camino de ser cada día más ficticio.
(En su novela premiada con el Premio Nacional de la Crítica Las bailarinas muertas (Anagrama) Soler lo describe así: "También estaba allí Luisito Sanjuán, que era mi compañero de banca Luisito Sanjuán ni siquiera se quitaba el abrigo eu corería detrás d ella pelota con las manos metidas en los bolsillos y con cara de sueño los domingos yo lo veía pasar por la esquina de mi calle de la mano de sus padres, con un abrigo distinto, un abrigo de color vainilla de esos que le ponían a uno para ir de visita o para ir al médico, sólo que él no iba de visita ni al médico sino a comprar dulces a la Jijona y a comérselos luego en su casa (...)".)
"La verdad es que un poco de vergüenza me da. Así de sopetón, lo de Antonio lo entiendo, pero depués se lo han ido contando unos a otros, me han ido conociendo y cada día me entero que alguien nuevo me mete en su próxima novela; a lo mejor voy a tener que buscarme un representante de personaje y que dosifique mis apariciones porque voy a acabar quemándome mucho", dice Sanjuán.
El autor de la celebrada novela Muntaner,38, una de las sorpresas editoriales del pasado año José Antonio Garriga Vela, ya le ha dedicado incluso un cuento específico. Garriga que colabora semanalmente en el diario Sur de Málaga con un microrrelato le ha buscado apodo: El koala. Y con ese apodo comete un crimen en la próxima novela del barcelonés afincado en Málaga, talytal. "Soler me presentó un día a Luisito y flipé con él, con ese punto tan surrealista que tiene. Tomando copas y hablando de mujeres, porque Luisito se pierde por las tías [él, en cambio, niega esa obsesión, sólo explica que "están tan buenas que me dislocan"] una noche señaló a una y me dijo: "Yo a una mujer así me agarraba como un koala y sólo la soltaba para respirar". Garriga le dedicó a partir de esta frase su cuento semanal del diario Sur de Málaga donde certificaba como hay gente que nace personaje y descubría las asombrosas coincidencias entre Luis y el amable marsupial. "Los protagonistas de las novelas se vuelven invisibles cuando andan por la calle" escribía Garriga en el cuento Luisito "El Koala", antes de incluirlo en "Quieto" la próxima y esperada narración del ganador del Jaén de novela 1996 con "Muntaner. 38".
La fama de Luis ha trascendido el círculo malagueño. A Soler, Garriga, Félix Bayón (quien en su próxima novela "Un hombre de provecho" lo incluye tomando textualmente la descripción que Soler hizo en Las bailarinas muertas, en un singular cruce de universos narrativos), Alfredo Taján, ganador del premio Gijón 1996, el poeta Juan Manuel Villalba lo incluye en su inminente libro de relatos, Francisco Fortuny (el poeta ganador del Premio de Teatro Enrique Llovet del 95 ultima un extenso poema épico) se han unido Lucía Etxebarría, Carlos Cañeque, el jerezano Juan Bonilla -quien en su última visita a Málaga tuvo que comprobar que Luis Sanjuán existía y no era una simple broma literaria: también cayó rendido y prometió cuento-, y otros ilustres miembros del círculo barcelonés: Enrique Vila-Matas, Pedro Zarraluqui e Ignacio Martínez de Pisón prometieron a Garriga como mosqueteros que también llevarían a Luisito a sus historias de papel como quien firma un manifiesto.
Luis entretanto, sonríe. Mira mujeres y surte de anéccdotas al personal. De normal que es, es pura literatura. Sólo lamenta que le llamen "Luisito". "Manda cojones, con 40 años y Lusito, claro, que mejor que mis alumnos que me llaman de todo, hasta capullo", bromea. Aquel chaval adormilado al que Soler enseñó a leer en una escuela falangista cuando tenía 8 años, hoy enseña a otros chavales a ser felices y ya conoce el vértigo de cruzar varias veces la frontera entre la realidad y la ficción. Por si faltaba literatura, Sanjuán hoy se lee en las historias que escribe su amigo y los amigos de sus amigos. Nunca podía sospechar que de aquellas letras fatigosas acabase un día leyendo su propia vida.
Así que Luisito, en su versión marsupial, jugando al fútbol de niño con las manos en los bolsillos de un abrigo color vainilla como lo describía Soler, convertido en marinero, en marchante de arte, en fugaz aparición, se ha convertido en la imagen de marca de una extraña generación literaria, donde existen muy pocas coincidencias estilísticas y cronológicas, pero se cultiva una ideología amistosa, el buen rollo. Félix Bayón, quien reconoce que el asunto se ha desbordado, cree que "Luis es personaje por oposición, sacarlo en las novelas en un asunto amistoso, una broma colectiva".
Juan Manuel Villalba le dedica un cuento en su próximo libro de relatos "Un mundo secreto". Es uno de los habituales de las reuniones nocturnas entre escritores y su personaje favorito: "Luisito es la hostia, él da para una novela entera: hay gente que nace personaje sin saberlo y otros lo desean toda su vida y se les ve el plumero. Iba todos los días a una inmobiliaria para que una chica le enseñara casas: no le interesaba ninguna, claro, pero la chica, sí. Y así se tiró semanas pareciéndole muy bien todo lo que le enseñaban pero sin decidirse, hasta que ella se mosqueó de que a aquel tío le diese igual la zona, el tamaño de los pisos, la orientación, el precio y el vecindario y se empeñara tanto en ver pisos a partir de las ocho de la tarde". Luis lo explica con obviedad: "es que estaba buenísima... Luego lo intenté en otra inmobiliaria, pero enseñaba los pisos un tío y además feo... dejé de buscar piso".
El lazo generacional. Juan Bonilla, se sorprendió al descubrir a Luisito San Juán, Curro Fortuny le dedicará un poema extenso y narrativo, Carlos Cañeque, decidió con Antonio Soler en 1997, un intercambio de personajes en Cadaqués, Enrique Montoya, Ignacio Martínez de Pisón, Enrique Vila-Matas, Lucía Etxebarría Pedro Zarraluqui, Félix Bayón, José Garriga Vela, Alfredo Taján y el propio Soler lo sacan en sus próximas novelas, algunas a punto de entrar en imprenta.
Soler ya ha dedicado incluso libros por ser amigo de Luisito, la falta de trascendencia que tiene. “A partir de ahora vamos a tener que firmar juntos las novelas”, dice Soler. “Yo lo conozco desde que era chico. Cada vez va siendo más literatura y menos persona”, añade.
Sanjuan, que trabaja de maestro en un colegio público de Málaga, comenzó a hacer "cameos" en las novelas de su amigo de infancia Antonio Soler. La labor de promoción de Soler tuvo tanto éxito que ya son veinte novelistas de toda España los que "usan" a Luis Sanjuan en sus historias. "Aún domino la situación de ser personaje, pero la verdad es que nadie me consulta y este sinvivir se tiene que acabar", admite Luisito que junto a otro personaje/persona barcelonés, Enrique Montoya, encabezan la creación de un sindicato de personajes literarios. "Si no se reconocen nuestros derechos iremos a la huelga y las novelas se quedarán vacías, esto no es ninguna broma", amenaza Luisito que ya se siente "el Antonio Gutiérrez de la ficción" y que en su nueva novela rapta a Papá Noel.
H.M. (Publicado en El País. 1997).
martes, 12 de febrero de 2008
Carne de literatura
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De pasada
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