martes, 12 de febrero de 2008

Trans-Curro

La misma semana en que una sentencia del TSJA ha considerado que ser fanático de Curro Romero es razón suficiente para reaccionar con violencia cuando alguien te discute las excelencias taurinas del Faraón de Camas, un histórico acuerdo del Parlamento Andaluz reconocía el derecho de que a las mujeres nacidas en un cuerpo de varón la seguridad social les costee las operaciones de cambio de sexo. Este consenso -donde el PP se abstuvo: el centro no tiene desajustes cromosómicos- no oculta el flagrante desprecio que gran parte de la población siente ante aparentes varones que desean cambiar su cuerpo físico acorde a cómo se sienten realmente. Resulta asombroso que una mujer como María Banderas que se ha tirado once días en huelga de hambre reclamando su igualdad de derechos y recordando que el cambio de sexo no es un capricho haya interesado tan poco a los medios de comunicación. Muy pocos -El País entre ellos- se han hecho eco del gesto de esta mujer a quien su pareja y su familia sufragó el cambio de sexo por mero amor. El hombre que la ama no tiene dudas sobre quién es realmente María, ni tampoco la gente del barrio malagueño que acude a su peluquería. Mientras tanto, el grueso de la sociedad considera que una opinión desinformada y prejuiciada es razón suficiente -como ser currista- para considerar a las mujeres transexuales hijas de la perversión. Y con las mismas les parece normal que otras mujeres se conviertan en autopistas de hilos de oro o en zulos de silicona sólo por lograr un físico que mantenga su estatus en el mercado macho publicitario.Si la naturaleza es capaz de unir seres por la cintura, crear hermosos especímenes o diabéticos crónicos, también puede secuestrar en un cuerpo a alguien que no se reconoce en él. En medicina eso se llama síndrome de disforia de género, y en otras democracias occidentales la seguridad social ya costea hace años la operación que devuelve la dignidad a muchos seres humanos. Mujeres que han pasado por el mismo trance de María Banderas, como Bibiana Fernández, libran un pulso titánico para que no se les mire como monstruos. En los EEUU, uno de los más importantes movimientos en pro de los derechos de los sectores más desfavorecidos y en la lucha contra el SIDA surgió del colectivo transexual. ¿Por qué irrita que una mujer renuncie a un pingajo? ¿Somos tan machos que guardamos la identidad en un trozo de carne? Será que el pene es currista.

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