martes, 12 de febrero de 2008

En plan perita

Languidecían los malacitenses en su mucha molicie de sociatas cada cuatro años cuando en esto, hace casi otros cuatro, llegó Celia Lux Divina Tunelis bajando del Monte de las Tres Letras y nos puso a todos a caernos de la higuera. "¿Cómorr?", dijimos todos al unísono en repullo, que teníamos un alobe de catite porque Pedro Aparicio nos echaba pastillas de traviata en la masa tejeringa y nos tenía la voluntad roma. Pues llegó la edila con la escoba y las mangueras y se puso a barrer las calles con apuestos barrenderos de Limasa y venga a abrir las aceras y a meter supercables y supertubos de gas. Y dijimos cómorr porque, como ya se sabe, todos los malagueños hablamos como Chiquito, guapeamos como Antonio Banderas y, desde hace menos, escribimos como Antonio Soler. Y vino Celia Luminoxa Feria de agosto a traer la buena nueva a todos los barrios desde crónicas marcianas y las radios y teles todas. Y dejamos de escuchar arias de Puccini a todas horas, que la verdad es que están bien para un ratito, pero, ahora, cómo va a ser lo mismo, oímos a Jagger y Blondie y Dylan aunque Celia y sus apóstoles se reserven taco de entradas de gañote, y bien está que para eso es lux aeterna, aunque no haya puñeteras salas de concierto en una capital de ocio turístico y nadie le meta mano a la mafia de los bares de copas nocturnas que es un tema muy delicado: pero ya nadie languidece ni escucha ópera soseído porque tenemos un túnel muy perita.
Y todo esto lo recordaba el otro día frente al Museo Municipal, antes Museo de la Ciudad pero nunca museo, que está junto al luxury túnel de los aparcamientos, don Rodrigo Díaz de Rato con una cara que salía en la foto que parecía que estaba oliendo una mierda, con perdón, porque era esa la mismita cara que tenía el hombre que suele venir a comprar chirimoyas a Churriana, que menudo detalle. Decía don Rodrigo que "andábamos lánguidos hasta que llegó Celia Villalobos" a iluminarnos. Y debía ser cierto porque ella asentía a su lado. Y Celia Vera Lux no miente nunca, porque las alcaldesas nunca mienten. Que no es lo mismo mentir que errar que es cosa humana aunque ella sea lux divina y ahora diga que el museo que está de copones es el arqueológico en esa Aduana que ya no se sabe si está bien donde está o mejor la llevamos para un barrio abrimos una zanja hacemos un túnel, lo barremos y coreamos la obertura de Languiduccía de Condemor. Pero, así, ¿no?, con las cosas nuestras, osea, en plan perita.
H.M. (Publicado en El País Andalucía en la sección De pasada. 1999).

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