martes, 12 de febrero de 2008

Los números

La Historia se conforma de causas y azares, no se escribe de antemano. Hartos de no encontrarse con la suya, 2.000 malagueños (eso según varios medios de comunicación, 1.100 a 1.300 según el subdelegado del Gobierno Jorge Cabezas, 5.000 según el líder de la prensa provincial, "6.000, 8.000 o 9.000, no sé, por ahí", según Toñi Ropero de IU, una de las portavoces mediáticas de la plataforma ciudadana convocante), se dieron cita en la calle del viernes para ver si la hallaban. Allí que fueron en fila de a diez a ver qué sumaban, confiando a los números el juicio histórico. Y ahí el error: algunos hubieron de contar masivo luego donde había de contarse lo que fue. Qué falta hacía sacar la calculadora del desbarre cuando el gesto ya tuvo su intríngulis que diría el poeta Jesulín. Que 10.000 malagueños en firma y 2.000 en "mani" soliciten que el gobierno les ceda un edificio administrativo porque ya no les representa su burocracia y sí unos cuadros que la mayoría desconocen, es cuestión histórica. Pero no los bailes de calculadora, cuya inflación encierra un bobo complejo por ser siempre más que otros. Aunque fuesen históricas algunas frases desde cortejo. Así la del pintor y sindicalista Francisco Jurado comentando en tono lúbrico "llevo empaquetado el diecinueve". O doña Celia Villalobos que también se había endespachado dos días antes negando esa calle tan suya donde en feria se mueve como pez en el agua. Nadie del PP estuvo, aunque dicen que vieron a Antonio Garrido, concejal de Cultura popular, oficialmente en Motril, espiando cerca de la Aduana. O Antonio Romero, sacando sus siglas donde se había pedido anonimato. Que peñas, federaciones de vecinos, sindicalistas, escritores, Ateneo (que anteayer dio sus premios a Carlos Álvarez, Christine Picasso, el O61, Aula del Mar, María Peláez y María Victoria Atencia), Sociedad Económica, historiadores del arte o políticos gritasen un deseo de cultura, aunque sea inducido, aunque sea para chupar cámara y votos, aunque no sean tantos, permitiría construir una buena historia, aunque sea pequeña. No inflando números sino razonándolos. Gritado y firmado el gesto, ha llegado la hora de los que no deben contentarse con pedir al papá un museo, sino qué clase, contando qué historia que deberíamos saber: la del añorado siglo XIX, por ejemplo, o cómo se hundió aquella potencia industrial. Lo masivo para la Feria. La historia acaba de empezar.

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