martes, 12 de febrero de 2008

La acorralada

Y siempre se la ve sola: donde el Parque, ante el semáforo (que ya son las ocho y media), subiendo las escaleras del consistorio sin vela, ni lazarillo. Llega al centro del despacho: "buenos días". "Os días" que le contestan. "Que me suban café y prensa". Y en cogiendo el de las grapas, en portada se ve ella. En su prensa la despachan con portada y sin clemencia: "Amplios sectores cuestionan/ la labor de doña Celia", decía la prensa suya. La blusita no le llega. Debate que te debate, esa noche en Sardá estuvo, que tuvo que quitar cera: "no se crean, espectadores, que vienen aquí por gusto (iban tres a aquel programa de las Crónicas Marcianas: Almeida, la Batllebó y ella misma: Celia, Celia) que me ha costado una lucha y una terrible insistencia". Imaginen. Ella dice: "Javier, corazón, mi vida, échame un capote, niño, que hasta el ABC pretende sacarme de la alcaldía". Y Sardá, que es buena gente, en directo le echa un cable: "no se imaginan, amigos, lo que tuve que rogarles....".
Árnica para la edila, cuestionada por los suyos, perseguida por los otros: ella siempre acorralada. Vestida para matar: de marenga allá en tu feria, hecha una prenda que ibas y que ansina te despache Muñoz Molina en la izquierda. ¿Cuál tu espacio, Celia tuya, que ni los tuyos te quieren? Ella, que aún siente las piernas y por eso las enseña, santo y seña de ella sola, está más cerca de Almeida, la catódica de izquierda, que de Atencia y el Ramírez (no digamos de Alfarache). Qué sola que está la Celia, que ni los suyos, por suyos, quieren de cerca ni verla. Su cuartel en elecciones, enfrente de el del PP era. Sabed cómo lo llamaban: República de Chechenia. Allá su hermana Natacha, también su jefa de prensa, doña Ana Benavides, y el Don de su gabinete, el señor Padrón... Y ella. Qué pocos, ay qué poquitos... Qué pocos quieren a Celia.
Ni de izquierdas, ni derechas. Ni maris, ni feministas. No con Carmen, ni Esperanza. Nadie da cuartel a Celia. ¿Quieres AVE? Que te zurzan. ¿Un auditorio? Anda, venga. ¿Un tejado a La Manquita? Cuando venga la tormenta. ¿Bien las parejas de hecho? Con la Del Monte te vieras. ¿Que dale color al centro? Que todas las casas viejas, ruina pura se te vuelvan. Que nadie a la Celia apoya. ¿Será que ella es el centro? ¿Será que ella es muy reina?
Hasta algunos que en su vida la votaran, cuentan con lengua pequeña: "que ya no la quiere nadie, ay, lo sola que está Celia. Que le hacen unas camas que al poco la dejan seca. Y mira que ella es honrada, y mira que ella es honesta. Es cabra loca y lanzada, y hasta un punto verdulera, pero, mira, es buena gente, es entusiasta y sincera. Pero no la mima nadie: Acorralá está la Celia, que recuerda al Estalone con faldita a media pierna, rodeada de machistas, de víboras y en tinieblas".
Que sólo le queda el pueblo y al menos es malagueña, que si el pueblo no tuviera, ni tampoco procedencia, la vemos en Telecinco entrevistando al Arenas.
(Si leyera a Antonio Burgos, a mí me daría vergüenza, pero como leo a Lorca, esto es pura coincidencia. Una y no más, se promete, meterse romance en vena).
H.M. (Publicado en El País Andalucía 1998)

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