Demoscópicos

Mi alcaldesa es bastante conocida y bien valorada: lo dice Demoscopia. O mejor, se lo dicen los andaluces consultados: el 69% la conocen y le ponen una nota media del 5,4. Entre políticos, un notón. Desde luego es más conocida que Juan Pérez Mercader, a quien la Junta le ha dado una de sus medallas de Andalucía por contar lo que sabe del universo, que no es poco. Mercader, entre sevillano, onubense y norteamericano, es un astrofísico mediático y "buen comunicador", como Villalobos es alcaldesa mediática y lo mismo. Mercader explica con humor los agujeros negros del universo. Celia habla poco de los agujeros negros municipales y prefiere hacer chistes de los agujeros donde se mete la oposición. Mercader cuenta cómo se forma una supernova y Celia inventa una Málaga convertida en galaxia Disney. Ambos son entusiastas y veloces de respuesta. Pero las de uno cuentan lo que sucede y evitan hasta los absolutos científicos. Las respuestas de Celia son rapelianas: es el sino del político mediático. Una es muy conocida. Al otro no lo nombran los andaluces, sino los políticos. Quizá para que les enseñe eso de explicar lo de los viajes por el tiempo con un pañuelo y poder soltarlo luego en los mítines.
En esta comunidad a las mujeres notorias se les quiere mucho, porque luego viene un Julio Romero de Torres o una revista y las retrata y nos cuenta lo que sufren o sienten. A las anónimas se les desprecia un poco más, aunque salgan en la tele, que peor incluso. A veces las meten en palio, como hace el malagueño Antonio Montiel, que pinta a la Virgen del Rocío con la cara de Rocío Jurado, la artista más demoscópicamente conocida desde que se le murió el amor de tanto usarlo como un tamagochi. Entre la gente que conoce a mi alcaldesa, se señala también a Alfonso, no el décimo y sabio, sino el delantero de perfil de pájaro y regate endiablado que ahora juega en el Betis, como uno de los deportistas andaluces más conocidos: ahora resulta que Getafe, su verdadera localidad de nacimiento, es provincia epigonal de la Andalucía de la diáspora. Eso, sí: los andaluces ya conocen a Lorca. Ya era hora. Federico, al margen de la genialidad de su obra, era un hombre mediático de su tiempo. Un gran comunicador. Habría ido a Crónicas marcianas. Él también conocía el universo: "el cielo tiene playas donde evitar la vida/ y hay cuerpos que no deben repetirse en la aurora", escribía. Pero no sería político. Sabía demasiado.