(Maribel Quiñones. Huelva 1954)
Maribel Quiñones lo ha dicho muchas veces: Martirio no tiene que ver con el sufrimiento. Lo toma de la raíz griega de la palabra y significa testigo, persona que se da cuenta y da fe de lo visto y sentido. Maribel Quiñones fue artista antes de ser Martirio. Cantó antes de saber que iba a convertirse en una de las más originales artistas que ha dado España en los últimos 30 años. Fue en el año 1981 cuando se incorporó al mítico grupo Jarcha, responsable junto con Aguaviva de la recuperación del cancionero popular español y uno de los grupos que por los años de la transición mejor musicó a poetas y a la palabra en libertad.
Pero al poco se cruzó Kiko Veneno en su camino y le abrió nuevos horizontes musicales y expresivos. Entonces Maribel, como si fuese una superheroína, sacó de su magín un personaje, Martirio, una suerte de tonadillera posmoderna ataviada de vestidos conceptuales e imposibles, peinetas delirantes y hermosísimas y unas sempiternas gafas oscuras que servían tanto de antifaz para ocultar su identidad civil, como de elemento glamouroso. Sirvieron también para lograr la identificación del público. Martirio se sintieron todas las mujeres que cantaban sus cuitas sentimentales y sexuales reales con un sentido del humor desconocido entonces en el trágico mundo de la copla. Martirio usó su raíz cultural y, desde el respeto más absoluto a la tradición pero afirmando que su tiempo eran aquellos liberadores años ochenta cubiertos de pop, comenzó a tratar con amor y humor a sus propios fantasmas. Primero formó parte del grupo Veneno (1984) junto a Kiko y Raimundo y Rafael Amador, para, inmediatamente saltar a la escena en solitario.
Estoy mala fue su primer disco (Nuevos Medios, 1986). Con producción y temas de Kiko Veneno, fue un acontecimiento. Hizo giras por España y Francia. Sus canciones se convirtieron en himnos y algunas de sus expresiones pasaron inmediatamente a formar parte del lenguaje popular: “estoy mala de acostarme”, “arreglá pero informal”, “madurito interesante”, “reo”…
Desde este trabajo el siguiente, Cristalitos machacaos (Epic, 1989), Martirio se transformó en icono y bandera de la España moderna. Se convirtió en uno de los rostros más famoso y exportables de la Nueva España. Todo el mundo adoraba a Martirio. Independientemente de que la hubiesen escuchado o no cantar en directo, todos la conocían. Fue el mito más doméstico y popular de la España de los ochenta. Pero su música, que hasta los 90 no comenzó a expandirse como uno de los más originales y elegantes trabajos de fusión y regeneración jamás hechos desde la copla y flamenco y la canción popular, aún no era valorada convenientemente. Y eso que desde el principio Martirio hizo de la mezcla su religión musical: pop, rock, jazz, blues, copla o flamenco comenzaban a hablarse antes de hacerse amigos para siempre en su repertorio musical.
En su tercer disco La Bola de la Vida del Amor (Sony, 1991; edición remasterizada El Europeo 2003), Martirio se lanza a compaginar su estilo ya mestizo con los telones sonoro-sinfónicos de Peter Gabriel. Fue un disco no valorado en su tiempo. Mal tratado por la discográfica que ahora puede apreciarse en lo que supuso de paso adelante. Ella siempre ha sido una pionera.
Como pionero fue He visto color (Sony, 1994). Aquí comienza su trabajo de despojamiento de peinetas y realiza el mejor trabajo de fusión de un género a veces tan denostado como las sevillanas a las que mezcla con blues, jazz, hip-hop, rock, pop, música árabe o swing. Es también el año en el que Martirio se toma un respiro musical y hace trabajos en cine (Belmonte de Juan Bollaín y Más Allá del Jardín, de Pedro Olea); teatro (Don Juan, Carnaval de Amor y Muerte, en el papel de Doña Ana De Ulloa) haciendo una gira de seis meses con el Centro Andaluz de Teatro, o televisión (dos capítulos como protagonista en la serie Makinavaja dirigida por José Luis Cuerda, haciendo de una ciega malísima, ninfómana e hilarante).
Pero lo mejor estaba por llegar. En 1997 aparece su quinto trabajo musical, el disco-libro Coplas de Madrugá, selección de clásicos de la copla con acompañamiento jazzístico. Un disco grabado con Chano Domínguez (piano), Guillermo McGuill (batería) y Javier Colina (contrabajo). Martirio logra un trabajo redondo donde la copla suena a standard de jazz, gracias a la dirección musical de Chano Domínguez y a los cambios en sus modos interpretativos en los que hermana las formas de decir de Billie Hollyday y Marifé de Triana. Con este disco entra en los festivales de jazz más importantes de España y la crítica más ‘seria’ comienza rendirse ante su peso musical. Una vez más ha elegido el riesgo al fácil reconocimiento popular, destacando, una vez más, el enorme trabajo de revaloración y reconocimiento del cantonero popular, en este caso de clásicos de la copla.
Ese mismo año Martirio conoce Cuba. Acaba grabando con el mítico Compay Segundo dos temas para el disco Lo Mejor de la Vida y realizan una gira juntos por España y Francia. También graba el impresionante y experimental tema Tierra y Luna junto a su hijo Raúl Rodríguez para el proyecto De Granada a la Luna sobre poemas de García Lorca, otro tema a dúo en el disco de Amancio Prada dedicado a Rosalía de Castro y uno más junto a María del Mar Bonet en un disco de la cantante mallorquina.
Martirio, que durante los ochenta y primeros noventa ya había colaborado como columnista ocasional y reportera en varios medios de comunicación, deja constancia de su amor y dominio de la palabra y la metáfora en su libro autobiográfico La Vuelta a Martirio en 40 trajes (1999, Planeta) en colaboración con el poeta Juan Cobos Wilkins, donde cuenta con el prologo de José Luis Sampedro. En esta líneas autobiográficas y a través de su vestuario, la cantante desvela su iconografía emocional.
Este mismo año es el que afianza su colaboración musical con su hijo el guitarrista flamenco, Raúl Rodríguez. Sacan Flor de Piel (El Europeo) que junto al siguiente disco, Mucho Corazón (El Europeo, 2001) conforman dos partes de un tributo único desde la raíz flamenca y andaluza a la canción popular hispanoamericana, desde el tango a la bosanova, pasando por la cumbia, el bolero, el jazz latino, el son o el filin’ cubano. En estos dos discos se rodea, como siempre, de algunos de los más grandes músicos latinos: Jerry González, Chano Domínguez, Javier Colina, Guillermo McGill, Nono García, Antonio Serrano, además del grupo flamenco de Morón de la Frontera (Paco de Amparo, Pepe Torres, y Manuel Flores), liderado por su hijo Raúl, que simultanea guitarra española y tres cubano.
Entre 1998 y la actualidad, Martirio salta las fronteras atlánticas y comienza a convertirse en una artista de culto en numerosos países de Hispanoamérica con giras donde el público culto y popular se rinden a sus pies: ha sido nombrada hija adoptiva de San Juan de Puerto Rico por decreto y en Medellín donde recibe las llaves de la ciudad en un acto oficiado en la alcaldía de la Alpujarra. Y este mismo año de 2004 recibe la Medalla de Oro de la Junta de Andalucía, entre decenas de reconocimientos oficiales dentro y fuera de España.
Los últimos cuatro años de trabajo componen una agenda continua de giras internacionales y nacionales, proyectos exquisitos de colaboración y reconocimiento unánime de la crítica: colabora en el disco Mujer (2002), a beneficio de la lucha contra el cáncer de mama; participa en el documental "El Gran Gato" de Ventura Pons dedicado a Gato Pérez; canta en las bandas sonoras de películas como "Al Sur de Granada" (Fernando Colomo, 2003) o "Perduto Amor" (Franco Battiatto); o graba junto a su amiga Alaska dos temas para la marca Absolut, como representantes e iconos de la modernidad y el arte español. Algunos de sus discos antiguos se reeditan (Estoy mala, Cristalitos machacaos y La bola de la Vida del Amor) y se lanza en 2003 un pack con sus tres trabajos para El Europeo, Martirio Esencial.
Sus últimos proyectos han contemplado desde la realización de una gira con la mítica cantante de tangos argentina Susana Rinaldi, que bajo el nombre de Locuras verá la luz en disco a finales de 2004 hasta la grabación junto a Chano Domínguez y a la Orquesta de RTVE de Acoplados, una nueva revisión del mundo de la copla desde el jazz y la gran orquesta. Graba también una versión esplendorosa de La Habanera de Carmen de Georges Bizet con arreglos de Raúl Rodríguez para la versión escénica del coreógrafo Ramón Oller del mito literario, e interviene como actriz en “Iris”, la nueva película de la directora catalana Rosa Vergés, estrenada en al primavera de 2004.
A estas alturas del partido, no es exagerado decir que Martirio es una de las grandes damas de la canción popular latinoamericana y una de sus intérpretes más originales, elegantes y poderosas. Con los años ha logrado ser absolutamente reconocida por su voz única y admirada por los más exquisitos gourmets musicales del mundo. Testigo o referente, Martirio ha unido mundos que parecía distantes en sus discos y en sus declaraciones. Ha servido de embajadora única de una España culta, tolerante, inteligente y llena de sentido del humor que, tristemente, no es tan común como algunos desearíamos. Con peinetas o sin ellas, desde el humor y el amor, Martirio es la mejor creadora de puentes entre culturas hermanas que son capaces de ignorarse durante años hasta que ella las ha unido. Es una artista grandísima que no tiene a nadie que se le parezca. Por eso, los más grandes siempre le han abierto un lugar preferencial a su lado. Por eso no hay nadie que cante con más desgarro, ternura, verdad, sinceridad y melancolía al amor, su único y gran tema como artista y como persona. Aunque oculte sus ojos, se le ve siempre el color del corazón. Por eso el público la adora. Por eso la música le debe lo que no está escrito y puede ser cantado.
H.M. (Biografía para la cantante Martirio. Abril 2004).
Maribel Quiñones lo ha dicho muchas veces: Martirio no tiene que ver con el sufrimiento. Lo toma de la raíz griega de la palabra y significa testigo, persona que se da cuenta y da fe de lo visto y sentido. Maribel Quiñones fue artista antes de ser Martirio. Cantó antes de saber que iba a convertirse en una de las más originales artistas que ha dado España en los últimos 30 años. Fue en el año 1981 cuando se incorporó al mítico grupo Jarcha, responsable junto con Aguaviva de la recuperación del cancionero popular español y uno de los grupos que por los años de la transición mejor musicó a poetas y a la palabra en libertad.
Pero al poco se cruzó Kiko Veneno en su camino y le abrió nuevos horizontes musicales y expresivos. Entonces Maribel, como si fuese una superheroína, sacó de su magín un personaje, Martirio, una suerte de tonadillera posmoderna ataviada de vestidos conceptuales e imposibles, peinetas delirantes y hermosísimas y unas sempiternas gafas oscuras que servían tanto de antifaz para ocultar su identidad civil, como de elemento glamouroso. Sirvieron también para lograr la identificación del público. Martirio se sintieron todas las mujeres que cantaban sus cuitas sentimentales y sexuales reales con un sentido del humor desconocido entonces en el trágico mundo de la copla. Martirio usó su raíz cultural y, desde el respeto más absoluto a la tradición pero afirmando que su tiempo eran aquellos liberadores años ochenta cubiertos de pop, comenzó a tratar con amor y humor a sus propios fantasmas. Primero formó parte del grupo Veneno (1984) junto a Kiko y Raimundo y Rafael Amador, para, inmediatamente saltar a la escena en solitario.
Estoy mala fue su primer disco (Nuevos Medios, 1986). Con producción y temas de Kiko Veneno, fue un acontecimiento. Hizo giras por España y Francia. Sus canciones se convirtieron en himnos y algunas de sus expresiones pasaron inmediatamente a formar parte del lenguaje popular: “estoy mala de acostarme”, “arreglá pero informal”, “madurito interesante”, “reo”…
Desde este trabajo el siguiente, Cristalitos machacaos (Epic, 1989), Martirio se transformó en icono y bandera de la España moderna. Se convirtió en uno de los rostros más famoso y exportables de la Nueva España. Todo el mundo adoraba a Martirio. Independientemente de que la hubiesen escuchado o no cantar en directo, todos la conocían. Fue el mito más doméstico y popular de la España de los ochenta. Pero su música, que hasta los 90 no comenzó a expandirse como uno de los más originales y elegantes trabajos de fusión y regeneración jamás hechos desde la copla y flamenco y la canción popular, aún no era valorada convenientemente. Y eso que desde el principio Martirio hizo de la mezcla su religión musical: pop, rock, jazz, blues, copla o flamenco comenzaban a hablarse antes de hacerse amigos para siempre en su repertorio musical.
En su tercer disco La Bola de la Vida del Amor (Sony, 1991; edición remasterizada El Europeo 2003), Martirio se lanza a compaginar su estilo ya mestizo con los telones sonoro-sinfónicos de Peter Gabriel. Fue un disco no valorado en su tiempo. Mal tratado por la discográfica que ahora puede apreciarse en lo que supuso de paso adelante. Ella siempre ha sido una pionera.
Como pionero fue He visto color (Sony, 1994). Aquí comienza su trabajo de despojamiento de peinetas y realiza el mejor trabajo de fusión de un género a veces tan denostado como las sevillanas a las que mezcla con blues, jazz, hip-hop, rock, pop, música árabe o swing. Es también el año en el que Martirio se toma un respiro musical y hace trabajos en cine (Belmonte de Juan Bollaín y Más Allá del Jardín, de Pedro Olea); teatro (Don Juan, Carnaval de Amor y Muerte, en el papel de Doña Ana De Ulloa) haciendo una gira de seis meses con el Centro Andaluz de Teatro, o televisión (dos capítulos como protagonista en la serie Makinavaja dirigida por José Luis Cuerda, haciendo de una ciega malísima, ninfómana e hilarante).
Pero lo mejor estaba por llegar. En 1997 aparece su quinto trabajo musical, el disco-libro Coplas de Madrugá, selección de clásicos de la copla con acompañamiento jazzístico. Un disco grabado con Chano Domínguez (piano), Guillermo McGuill (batería) y Javier Colina (contrabajo). Martirio logra un trabajo redondo donde la copla suena a standard de jazz, gracias a la dirección musical de Chano Domínguez y a los cambios en sus modos interpretativos en los que hermana las formas de decir de Billie Hollyday y Marifé de Triana. Con este disco entra en los festivales de jazz más importantes de España y la crítica más ‘seria’ comienza rendirse ante su peso musical. Una vez más ha elegido el riesgo al fácil reconocimiento popular, destacando, una vez más, el enorme trabajo de revaloración y reconocimiento del cantonero popular, en este caso de clásicos de la copla.
Ese mismo año Martirio conoce Cuba. Acaba grabando con el mítico Compay Segundo dos temas para el disco Lo Mejor de la Vida y realizan una gira juntos por España y Francia. También graba el impresionante y experimental tema Tierra y Luna junto a su hijo Raúl Rodríguez para el proyecto De Granada a la Luna sobre poemas de García Lorca, otro tema a dúo en el disco de Amancio Prada dedicado a Rosalía de Castro y uno más junto a María del Mar Bonet en un disco de la cantante mallorquina.
Martirio, que durante los ochenta y primeros noventa ya había colaborado como columnista ocasional y reportera en varios medios de comunicación, deja constancia de su amor y dominio de la palabra y la metáfora en su libro autobiográfico La Vuelta a Martirio en 40 trajes (1999, Planeta) en colaboración con el poeta Juan Cobos Wilkins, donde cuenta con el prologo de José Luis Sampedro. En esta líneas autobiográficas y a través de su vestuario, la cantante desvela su iconografía emocional.
Este mismo año es el que afianza su colaboración musical con su hijo el guitarrista flamenco, Raúl Rodríguez. Sacan Flor de Piel (El Europeo) que junto al siguiente disco, Mucho Corazón (El Europeo, 2001) conforman dos partes de un tributo único desde la raíz flamenca y andaluza a la canción popular hispanoamericana, desde el tango a la bosanova, pasando por la cumbia, el bolero, el jazz latino, el son o el filin’ cubano. En estos dos discos se rodea, como siempre, de algunos de los más grandes músicos latinos: Jerry González, Chano Domínguez, Javier Colina, Guillermo McGill, Nono García, Antonio Serrano, además del grupo flamenco de Morón de la Frontera (Paco de Amparo, Pepe Torres, y Manuel Flores), liderado por su hijo Raúl, que simultanea guitarra española y tres cubano.
Entre 1998 y la actualidad, Martirio salta las fronteras atlánticas y comienza a convertirse en una artista de culto en numerosos países de Hispanoamérica con giras donde el público culto y popular se rinden a sus pies: ha sido nombrada hija adoptiva de San Juan de Puerto Rico por decreto y en Medellín donde recibe las llaves de la ciudad en un acto oficiado en la alcaldía de la Alpujarra. Y este mismo año de 2004 recibe la Medalla de Oro de la Junta de Andalucía, entre decenas de reconocimientos oficiales dentro y fuera de España.
Los últimos cuatro años de trabajo componen una agenda continua de giras internacionales y nacionales, proyectos exquisitos de colaboración y reconocimiento unánime de la crítica: colabora en el disco Mujer (2002), a beneficio de la lucha contra el cáncer de mama; participa en el documental "El Gran Gato" de Ventura Pons dedicado a Gato Pérez; canta en las bandas sonoras de películas como "Al Sur de Granada" (Fernando Colomo, 2003) o "Perduto Amor" (Franco Battiatto); o graba junto a su amiga Alaska dos temas para la marca Absolut, como representantes e iconos de la modernidad y el arte español. Algunos de sus discos antiguos se reeditan (Estoy mala, Cristalitos machacaos y La bola de la Vida del Amor) y se lanza en 2003 un pack con sus tres trabajos para El Europeo, Martirio Esencial.
Sus últimos proyectos han contemplado desde la realización de una gira con la mítica cantante de tangos argentina Susana Rinaldi, que bajo el nombre de Locuras verá la luz en disco a finales de 2004 hasta la grabación junto a Chano Domínguez y a la Orquesta de RTVE de Acoplados, una nueva revisión del mundo de la copla desde el jazz y la gran orquesta. Graba también una versión esplendorosa de La Habanera de Carmen de Georges Bizet con arreglos de Raúl Rodríguez para la versión escénica del coreógrafo Ramón Oller del mito literario, e interviene como actriz en “Iris”, la nueva película de la directora catalana Rosa Vergés, estrenada en al primavera de 2004.
A estas alturas del partido, no es exagerado decir que Martirio es una de las grandes damas de la canción popular latinoamericana y una de sus intérpretes más originales, elegantes y poderosas. Con los años ha logrado ser absolutamente reconocida por su voz única y admirada por los más exquisitos gourmets musicales del mundo. Testigo o referente, Martirio ha unido mundos que parecía distantes en sus discos y en sus declaraciones. Ha servido de embajadora única de una España culta, tolerante, inteligente y llena de sentido del humor que, tristemente, no es tan común como algunos desearíamos. Con peinetas o sin ellas, desde el humor y el amor, Martirio es la mejor creadora de puentes entre culturas hermanas que son capaces de ignorarse durante años hasta que ella las ha unido. Es una artista grandísima que no tiene a nadie que se le parezca. Por eso, los más grandes siempre le han abierto un lugar preferencial a su lado. Por eso no hay nadie que cante con más desgarro, ternura, verdad, sinceridad y melancolía al amor, su único y gran tema como artista y como persona. Aunque oculte sus ojos, se le ve siempre el color del corazón. Por eso el público la adora. Por eso la música le debe lo que no está escrito y puede ser cantado.
H.M. (Biografía para la cantante Martirio. Abril 2004).
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