Hoy el crío vuelve a madrugar, a restar con dos cifras los amigos del pupitre, al comedor subvencionado que preside un televisor entre rejas y a las diez en la cama. Será entonces cuando el crío echará de menos las vacaciones con su amigo Pablo, cuatro años mayor, casi un superhéroe, del que ha copiado palabras y acento, una rebeldía en construcción y lo bien que se duerme después de que te cuenten cuentos. El crío está aprendiendo a leer, a descubrir cómo cada persona se construye con el lenguaje. Intuye que esos signos que manchan libros y pantallas de cristal líquido de los que vive -no entiende cómo- su padre, pueden encerrar personajes tan fantásticos como los que hace saltar en el videojuego. Pablo Díaz Tena le ha contado nuevos y cercanos cuentos. Ayer le vi mirar un libro confiando en que ese galimatías de garabatos negros le devuelva una imaginación llena de palabras e historias para antes de dormir.
Separados crío y padre de su ciudad unos días, ésta se les ha recordado por lo escrito. Málaga era los tronos cubiertos de plásticos, el lenguaje liricoide y ambiguo de las sensaciones cofrades, el lenguaje prolífico e inagotable del concejal Garrido acosando minuciosa y cofradieramente en el balcón del Palacio de los Gálvez a Ana Botella un Lunes Santo, el lenguaje de las cifras hoteleras. Hoy el adulto vuelve a vivir de lo escrito, regresa a su ciudad de la que no se ha marchado y busca un libro pintado por Quint Buchholz y escrito por 46 escritores de todo el mundo. En el "Libro de los Libros", Antonio Tabucchi inventa un personaje que cogió las letras de su nombre y se marchó de la página donde el escritor le había confinado porque éste no le dejaba ser protagonista. Recuerda también el padre del crío las palabras escritas por el antropólogo malagueño Antonio Mandly. Palabras que le llevó un excelente músico joven y antropólogo próximo que se llama Raúl Rodríguez (se le puede encontrar junto a Kiko Veneno o Martirio buscando sonidos coincidentes y senderos futuros con un tres cubano o una guitarra en la mano y la cabeza llena de ríos subterráneos).
Mandly transcribe y desarrolla ideas de Saussure, del poeta cordobés Ricardo Molina, de Lewis Carroll: el hombre es propiedad de la lengua. Piensa o es en función a su articulación: su memoria y realidad son historias de lenguaje. En plena era digital, recuerda Mandly que el futuro está escrito. En la lengua lo que importa es quien manda, decía Humpty Dumpty a Alicia. Contar es descubrir y luego tomar partido. El crío recordará cada vez que lea un libro a su amigo Pablo. Lo evocará cada vez que use sus palabras y ceceos. Luego se encontrará él mismo pensando palabras inventadas por otros. Quizá un día escriba historias con y sin palabras. No salvará mundos, estará solo muchas veces, pero ojalá decida dónde poner los puntos suspensivos. Dónde y para qué la última palabra.
martes, 12 de febrero de 2008
Lo escrito
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De pasada
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