martes, 12 de febrero de 2008

Monstruos

"Si la compasión es tan cruel, cómo debe ser la justicia". Lo dice, con una voz llena de verdad, un hombre con físico deforme a su mentor, un médico inglés que intenta enseñarle que la felicidad reside en acatar las normas. El médico ha despedido a un hombre que limpia en el hospital donde reside este hombre deforme por entrar en su habitación a verle. Quería a ver al monstruo, pero eso era privilegio de su superior, del médico, que por romper las normas lo despide. Según el médico le faltaba compasión y por eso le dejaba sin trabajo. John Merick, al que llamban el Hombre elefante, no entiende por qué dejan a un hombre sin trabajo por compasión.No era Merrick quien hablaba, sino Vicente Díez desde las tablas del Teatro Cervantes el pasado jueves. Díez es un grandísimo actor con un oído y una capacidad de emocionar finísimas: un característico, se decía a los que siendo más actores eran menos bellos que los galanes. Díez se formó en el teatro independiente madrileño en los felices ochenta de búsqueda y pasión cuando ningún Manzano estulto cobraba multas de cinco mil pesetas a quien esperaba fuera de una marquesina al autobús. Hay que respetar las normas. Las palabras de Merrick las escribió un autor de teatro, marxista y norteamericano, Bernard Pomerance y la compañía Strion Teatro las ha llevado a las tablas de la mano de Mariano Barroso: Strion es un hermoso proyecto en favor del teatro que gente como Aitana Sáchez Gijón ha puesto en pie. La misma Aitana, María Pujalte, Ana Duato, Barroso, Díez, Pere Ponce y toda la compañía Strion salió del estreno nacional del jueves en Málaga y acudió a la amable invitación privada que Paco Campos les hizo a su cálida bodega de El Pimpi. Los actores hablaron con el público, se fotografiaron y después firmaron en los barriles de la bodega malagueña.Otra escena de la obra. Ana Duato, que interpreta a una famosa y bella actriz inglesa queda conmovida por la verdad que encierra ese hombre elefante que jamás ha visto a una mujer desnuda. Se desnuda ante él, y el suelta el bastón como un muro que se rompe. Parte del público ríe nervioso. Serrat cantará dos días más tarde en este mismo teatro alertando por esas chicas que aceptan las normas estéticas hasta caer muertas. Alertando sobre los macarras que imponen normas y dan lecciones de moral. Hará falta que cante más alto. Los guardianes de las normas gritan y golpean demasiado.

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