martes, 12 de febrero de 2008

Supernatural

"Ella es así y así será siempre porque le sale de dentro". En un programa de Canal Málaga exalta la naturalidad de 'su' alcaldesa la concejala Mariví Romero. Sentadas en una mesa camilla, ronca la concejala de tan entregada a su labor, habla con la periodista del éxito de la Semana del Mayor de Málaga, una iniciativa del Área de Asuntos Sociales. Los ancianos -ya ni ancianos, ni viejos, ni tercera edad, sino mayores- disfrutaron tela, dice el programa. Pues ese disfrute, aclara la Romero -ojo: nada que ver con Su Sencillísima, Antonio Romero, que se preguntará por qué no tiene guiñol en Canal Plus, con lo que se lo curra-, es cosa de Celia, que tan pronto abre un túnel, como refinancia una deuda, limpia una acera y levanta veinte, pone a los viejos a pasar modelos o se fotografía de camarera del Mc Donald para ponerle un BigMac a Francisco Puche en la portada del periódico Sur. Ella es tan así que le sale de dentro.
El dentro de doña Celia es profundo y variado. En la entrega de los premios de arquitectura del Colegio de Arquitectos también dio muestras de entusiasmo natural. No llegó a lo de Megino y Núñez con lo de Almería, pero tampoco captó el pildorazo que tenían los galardones. Es cierto que le habían caído varios al ayuntamiento, pero no lo es menos que a sus edificios y obras emblemáticas lo más que le han caído han sido silencios o menciones de consuelo. Y lo más fuerte: el premio a la restauración de las cubiertas de la catedral, promovido por la empresa municipal Promálaga, era justo el proyecto contrario al que defendieron durante meses Celia y su equipo de arquitectos que querían ponerle un tejado a dos aguas a la seo. Al final Celia ha pagado para que los arquitectos y las tesis de la consejería de Cultura -tapar las fisuras- se lleven el tejado al agua.
En su campechanía la alcaldesa no tiene rival. Una anécdota añeja: es capaz de llamarle en un distendio "shumino" a eso mismo suyo delante de Manuel Pezzi quien imaginando los votos que semejante naturalidad arrancaría en barrios populares, decide no darle aire al gesto. Y mientras los rivales se encomiendan a la lectura de clásicos del pensamiento tipo "los partidos duran noventa minutos", ella, de puro natural, escoge a un moroso fiscal -dita sea: un tipo como Alejandro Bengio nos hubiera condonado las deudas- para regir la fiscalidad de todos. Luego va la prensa y lo saca, con lo bien que sumaba el hombre. Que sí, Celia, que somos unos siesos.
H.M. (Publicado en El País Andalucía en la sección De Pasada. 1999).

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