El espectáculo es digno de Canal Sur: muchachas que buscan la fama reviviendo fantasmas de Quintero y compañía sin conocer el por qué de sus cadenas. Chavalas enchacinadas en la tele de (h)estío que repiten las muecas del dolor sin dolor alguno con muchas mechas, voz en chorro o chorreando y todo su pueblo detrás gritándole guapa al cubo, como dos meses antes gritaron un gol de Jarni y ahora lo cagan por irse de Lopera. Hace veinte años en los festivales de la canción andaluza, la gente tiraba más por la canción y las ganas de decir. Era cuando la palabra de Lorca se silbaba como contraseña. Ahora un soplo de eternidad quiere destruirnos. No hacen falta cromosomas. Nos clonamos con un buen programa de jóvenes promesas de la canción o el chiste: Festival Andalucía.
Da gusto ver que mientras a Clinton le implanta su Hilaria un alien en la próstata por dejar manchas seminales como caras de Bélmez en el camisón de Mónica, mi alcaldesa sigue recibiendo en feria con la risa feliz y el abanico embajador. Celia, chica aperta. Su foto con Paco Guti -Francisco Gutiérrez, el zorro blanco de las Comisiones malaguitas- bailando cierto twist, dice de la tolerancia que cantan los exégetas de la tierra. Y sobre todo dice mucho del diario Sur que nos libró de revisitar a Antonio Garrido Moraga, megaconcejal de culturas, festejos, juventudes y pregones, hecho un Terpsícore (el pie de foto avisaba "Antonio Garrido bailó justo después". Es bueno que quede una instantánea suya inédita y que el periodismo se limite a sugerir: los bosques lo agradecerán).
Mucho gusto da volver con todo en orden: acá, Su Sencillísima, Antonio Romero, cubanizado en la caseta de IU, sencillo comunista que horas antes avisaba a sus hermanos de la izquierda en el poder que todos son uno contra Lancelot del Paddle. Y Chaves, jeroglífico, le contesta brindando por una entente vinícola Málaga-Montilla. Por la noche se fallarán los concursos ginebrinos de misses en las peñas. Mujeres reinando entusiasmadas de gustarle tanto a los hombres en el siglo donde las feministas descubrieron las estrategias que utiliza el poder para convertirlas en carne de Tómbola. Eterno lo nuestro: feliz tradición. Sólo suben las tarifas de telefónica -aquí sí somos aldea medieval-, y los cimientos del futuro Museo de la Ciudad. Por romper con tanta eternidad: desconectemos el teléfono el día 3 de septiembre. Aunque nos llamen de amor. Se llamaba democracia.
H.M. (Publicado en El País Andalucía en la sección De Pasada. 1999).
martes, 12 de febrero de 2008
Eternity
Etiquetas:
De pasada
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