Mientras se rumia con impaciencia cuál de las dos Málagas veremos durante el I Festival de Cine Español, si la casposincrética o la cosmopicásica, el personal consume actos de fe y número, como en plena crisis de primaritis. Así durante la entrega de Premios Relosillas de Relato Breve (interior noche, Antiguo y hermoso Conservatorio María Cristina, viernes pasado) se movieron mucho las butacas del teatrito durante las dos horas que duró el acto de entrega de cheque a ganadores y donde Juan Manuel de Prada no consumió una de sus noches más gloriosas hablando de qué distingue un cuento de una novela. Allí recordaba Julián Sesmero, presidente de la Asociación de la Prensa de Málaga, lo mucho que ha aumentado la afición a las letras en la Ciudad del Paraíso. Decía que en su larga experiencia como miembro de jurados literarios, "desde los tiempos de Educación y Descanso", se ha multiplicado la participación local hasta el delirio. "De 30, 40 a lo sumo, originales de entonces, la mayoría de Madrid y Barcelona, hemos pasado este año en el Relosillas a 777. Y de esos ¡¡149!! son de Málaga (la que más, por supuesto). Málaga escribe, señores". Se echaron en falta más datos estadísticos comparados que hubieran sin duda radiografiado la dinámica presente de la ciudad. Por ejemplo 15.000 aspirantes a unas pocas plazas de Auxiliar Administrativo en la Universidad (¡Málaga oposita!), más de 200.000 jóvenes a lo largo de la noche en la macrofiesta World Dance Music de la Costa del Sol del próximo sábado (¡Málaga baila!), 6.000 rocieros boquerones bajo la lluvia saliendo anteayer a el Rocío (¡Málaga camina!) o 5.000 familias malagueñas esperando que los ayuntamientos les den vivienda social (¡Málaga desespera!). Pero este entusiasmo tan dinámico sería menester que se controlase un poco. O al menos, dígase midiiendo las consecuencias de lo que es un boquerón motivao, algo más imprevisible que un cruce genético entre una travesti desatada en el "Aquí se discute" y un hincha del Olimpyakos cuando el rival lanza tiros libres. Porque luego pasa lo que pasa. Como en el after hours de la manifestación del jueves junto a la Aduana reclamando para el lugar el Museo de Bellas Artes, cuando en la puerta del Palacio un espontáneo manifestante, ya restituida la megafonía que el gobernador Cabezas retiró, cantó dos hermosas coplas para convertirlas en himno animoso de la reivindicación musesística: "Almería" y "Soy minero". Ahí es nada, Manolo Escobar y Antonio Molina no podían imaginar que sus coplas se interpretaran un día como aquellos No nos moverán o Comandante Che Guevara. También Málaga canta, amigos, esperando que llegue Bibiana Fernández a pregonarnos.
martes, 12 de febrero de 2008
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