La vuelta a los ojos de mi hijo.
Desayuno un vaso de zumo de coral.
Dos tostadas con alma de gaviota
y un café de sombra de palmera.
La voz del mensajero trae músicas cerradas.
Llaman del otro lado: una mujer quiere salir corriendo.
Sientes su columna arquearse, su piel iluminarse
mientras todo oscurece en torno suya.
Es como si escucharas caer gotas de mercurio en las palanganas del tiempo.
Siempre al otro lado.
De repente una lenta tormenta cae en su derredor
y ella no se inmuta: el agua no le toca.
Una voz muy pequeña y oscura
susurra como si hubiera conocido la noche de todas las tristezas
y ya no recordara
esa voz que celebra y se disuelve instantánea.
Mientras el aguacero no le toca siquiera
ella sigue pidiendo que la abracen
y que la lleven lejos, lejos, lejos
en un cofre de fuertes brazos de donde pueda entrar y salir sin condiciones
donde pueda dormir y despertar antes del frío.
De vuelta a los ojos de mi hijo,
al zumo de coral
a las viejas fragatas
a los mensajes del confín.
Sobre la música canta una mujer a la que le duele el alma.
Sonríe mientras tanto.
Se parece a los ojos de mi hijo.
Es un hermoso día.
Es un hermoso día.
2 comentarios:
Me encanta el rosa de tu blog!
Lindo y apasionante misterio éste, el de la red, el de nosotros!!
Caramba, Anita! No te esperaba, la verdad. Se admiten todos comentarios y críticas y sugerencias y más viniendo de ti que ya tienes callo y dominas el arte del bloggin' porque no tengo ni idea de cómo usar esto y estoy, como hacen los niños, escacharrando el transistor para ver cómo funciona. Un día quedamos, yo en plan pequeño saltamontes y me enseñas cómo se meten las músicas y cómo ordenar las cosas... Si no aprendo solito antes, que todo puede pasar. pero mil gracias por dejar algo aquí. Bss.
H.
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